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ALARMA Y ALARMAS

Como beneficiario directo de la Constitución de 1978 se me hace raro disfrutar de tanta libertad a la vez que se decreta un estado de alarma. Esta alarma por los controladores aéreos no es tan real como la que padecen millones de ciudadanos que sufren problemas reales. Me refiero al paro, los desahucios, la falta de crédito bancario (tan alto y desproporcionado además), o tener que acudir a los comedores sociales para llevarse una sopa caliente a la boca. Ahora estamos en el debate de por qué esta alarma general y lo que dicen unoss y otros al respecto. El estado de alarma pasará, pero las más preocupantes son todas las demás alarmas, las individuales de cada día, de carne y hueso. Es una lástima que, por decreto, no se pueda dar carpetazo – con solución incluida- a una crisis económica que provoca al segundo tantas alarmas, sollozos y desalientos personales.

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