Comentario en Punto Radio «Protagonistas Cantabria».
Haití genera desasosiego dentro y fuera, porque mucha gente está a la expectativa de que las cosas tras la gran tragedia se hagan como se tienen que hacer: bien. Tras muchos años de desconfianza y cierre del grifo, he mandado también dinero a Haití, a través de una ONG, que creo de confianza. Lo digo porque el Gobierno debiera de regularizar las ayudas, cómo se hacen, quien puede gestionarlas y que cobra la banca por las transferencias, para no llevarnos luego a engaños que son muy desagradables pero hacen pagar a justos, el pueblo haitiano, por pecadores, los chorizos de turno que también hay tras cada catástrofe humanitaria. Haití necesita mucho dinero para su reconstrucción, y va a llegar porque hay datos que nos mueven a pensar que las ayudas económicas serán muy generosas. Me parece muy pero que muy bien, porque un país no se vuelve a levantar con palabras, con agua y con latas de comida que entrega en ejercito en fila india. Así, evitas también las mafias de estos desgraciados países donde no cabe en cabeza humana que se hagan negocios con la muerte y el dolor, pero se hacen y mucho.
Ya que existe como tal, la ONU tiene que volver al tajo de hacer renacer de sus cenizas a los haitianos. Que sea también Naciones Unidas la que controle los destinos del dinero y muchas más ayudas con las que hay que contar como maquinaria, tecnología y todo tipo de materiales que se van a quedar como parte de la cascada internacional de solidaridad. Con Haití, no caben fraudes ni peores noticias que el terremoto. Los que quieran aterrizar allí dentro de la promoción, que lo hagan también, pero lo que importa es devolver la confianza a este país y a sus habitantes, para que no se produzca una huida masiva del infierno que es hoy. Para reconvertir este infierno, hay que seguir ayudando, volcarse, porque, de no ser así, no habrá futuro para Haití.