A veces no queda más remedio que legislar para que algún hecho determinado no cause discriminación o perjuicio a los ciudadanos. Lo mejor sería no tener que hacer tantas leyes sobre todo, pero es lo que hay… La ley antitabaco, por ejemplo, hay que respetarla y tomar medidas contra los locales que no la cumplan y que anuncian con malos humos en los medios de comunicación que no la van a hacer ni puñetero caso. Hay otra cuestión no menos importante dentro de este problema social creado. El Estado no puede lavarse las manos con las personas que fuman, y que con esta drástica ley, se han propuesto dejar el pitillo, pero no ven ayudas ni programas específicos que acompañen la prohibición. Tarde o temprano, el Gobierno se va a encontrar con un problema mayor al no atender esta necesidad, y tendrá que crear desde el Ministerio de Sanidad un gran proyecto de ayuda y asistencia a estos ciudadanos, que tienen los mismos derechos que los que no fumamos.