Nunca asumiré la idea de lo que en Estados Unidos resulta poco más que violencia cotidiana. Un imbécil entra con su fusil en un colego o en un supermercado y con sus disparos indiscriminados asesina a colegiales o amas de casa en el momento de hacer la compra. El volado de este nuevo capítulo violento quería asesinar a una
congresista de las filas de Obama (está muy grave aunque salvará la vida), pero otros muchos, incluida una niña, no lo han podido contar. Es lo que una conocida película norteamericana llama “daños colaterales”. Estados Unidos tiene que hacerse mirar de una vez por todas la convivencia de sus ciudadanos con las armas. Hay que esperar también a la reacción del presidente norteamericano tras lo sucedido con la congresista. Se ha empezado a hablar de que la tensión política puede acarrear estas cosas, algo así como que si señalas con la crítica o el dedo a alguien, algún loco la puede armar. Excusas para no ir a la base del problema: las armas y la facilidad con que se disparan allí.