El problema de fumar más o fumar menos en España siempre ha chocado con que el tabaco es uno de los grandes negocios del Estado, a través del cual puede recaudar, en un solo año, casi 9.000 millones de euros. Sin renunciar a semejante beneficio, se siguen vendiendo cigarrillos, y un día también llegaron los electrónicos y vapeadores de único uso, que encima contaminan. De prosperar las modificaciones a la ley antitabaco se prohibirá fumar en muchos lugares, incluyendo las terrazas de los bares, algo que genera rechazo. De todas formas, el gran problema sigue en los jóvenes, cada vez más adictos al cigarrillo y al vapeo, sin apenas control.
Aunque entiendo la ley antitabaco, siempre he criticado la doble moral del Estado, que a través del Gobierno de turno logra que el consumo de los cigarrillos, en cualquiera de sus formas, sea la quinta fuente de ingresos que tiene el país. Si no conocían el dato, les diré que en el primer semestre de este año ya se han recaudado 3.285 millones de euros, y que lleva camino de ser un periodo récord en el consumo de tabaco, ya que todo indica que se superará la recaudación de 2022, con 6.682 millones, e incluso la de 2024, que se fijó en los 8.965 millones.
Junto a semejante millonada de ingresos, cada vez más, conviven hábitos, preocupaciones, debates y alertas médicas y científicas. Por ejemplo, el 30% de muertes por cáncer que produce el tabaco (Asociación Española contra el Cáncer). Por ejemplo, la protección de la salud de los menores. Por ejemplo, el control de novedades como los cigarrillos electrónicos o vapeadores de un solo uso. Y, por ejemplo, los intereses económicos del ocio y la hostelería (citado ya el del Gobierno), al ser los que más van a notar la amplia relación de lugares donde pronto, cuando se apruebe la nueva ley, no se va a poder fumar. La prohibición se extenderá a ubicaciones como terrazas de hostelería, marquesinas de transporte, piscinas públicas, entornos exteriores de centros sanitarios, educativos y sociales, campus universitarios y patios escolares, piscinas públicas, instalaciones deportivas y parques infantiles, y vehículos comerciales, al considerarse espacios laborales.
Como se ve, el proyecto es ambicioso, no ha sido bien recibido por los hosteleros, que ven un panorama incierto en el que van a salir malparados con clientes fumadores, y en realidad poco o nada tienen que ver estos empresarios con la costumbre social de que no para de crecer el consumo de tabaco, especialmente entre jóvenes y menores. Los datos no pueden ser más alarmantes. Se estima que entre el 20% y el 38% de los adolescentes de 14 a 18 años han fumado en el último año, y resulta una cifra desoladora. Pero es que, además, el porcentaje de adolescentes que ha probado alguna vez cigarrillos electrónicos o vapeadores llega al 54,6%. Aquí es donde debería actuar el Gobierno, a través de su Ministerio de Sanidad, pero topamos con la gran contradicción de recaudar tantísimo dinero en impuestos del tabaquismo como para limitar e incluso prohibir su venta, que es lo que se pide desde diversas instancias, tanto médicas, como de pacientes y consumidores.
“No para de crecer el consumo de tabaco especialmente entre jóvenes y el porcentaje de adolescentes que ha probado vapeadores llega al 54,6%”
He citado primeramente los lugares en los que se pretende prohibir fumar, además de la controversia creada principalmente para bares y restaurantes. Es cierto que la ley antitabaco, que data de 2005, estableció nuevas reglas, pero bien poco hemos avanzado en disminución del consumo, si está tan extendido entre los más jóvenes. A esto hay que añadir las novedades de cigarrillos electrónicos o vapeadores que han venido a empeorarlo todo. Las dos principales aportaciones como nueva legislación es prohibir a los menores de edad consumir tabaco, y de incumplirse serán los padres o tutores quienes tendrán que asumir multas que pueden llegar a los 600 euros. Esto suena más a música celestial que a otra cosa. La segunda medida es prohibir la venta de cigarrillos electrónicos o vapeadores de un único uso, y se apela más a la justificación de que estos dispositivos desechables dañan el medio ambiente. Como todo se mueve por intereses, llama la atención que una vez que entre en vigor este proyecto de ley se dará un año de plazo a los fabricantes para que vendan su stock de vapeadores.
Me resulta fácil deducir que, si primero fue el cigarrillo típico y después el electrónico, surgirá otro invento que trate de esquivar nuevamente los acotamientos legales a los fumadores. Hay que hablar sobre estos últimos, los fumadores, y su sentir de verse perseguidos, lo que no va desencaminado. Hay que felicitarse por la prohibición de fumar cerca de hospitales, colegios o una misma parada de autobús. Más discutible es lo de dañar a la hostelería, que ha hecho desde el 2005 unas inversiones millonarias en adecuar locales y terrazas a las nuevas normas sobre el consumo de tabaco.
El Ministerio de Sanidad es dado a hacer reformas, como el nuevo estatuto médico o ahora la modificación de la ley antitabaco, pero no habla de inicio con todas las partes afectadas, lo que finalmente desemboca en tensiones como sucede con los profesionales sanitarios, a quienes se pide mucha más dedicación, pero sin percibir compensaciones. Hacia este anteproyecto hay ya críticas por parte de asociaciones médicas y científicas, la propia Asociación Española contra el Cáncer o el sector hostelero.
Cuando se quiere, se echa mano del sistema educativo, como se pretende con la concienciación en las escuelas del cambio climático. Hace ya muchos años que habría que haber endurecido el mensaje de no fumar introduciéndolo con mucho rigor en la propia educación de nuestros jóvenes. Dejarles claro desde pequeños, por supuesto en la familia con mayor intensidad, que fumar mata. Todas las imágenes impresas en las cajetillas de lo que daña fumar al tiempo que se vende fácilmente, y el Estado suma unos beneficios desorbitados, resulta muy chocante, aunque prefiero calificarlo como lo que realmente es: obsceno.
“Imágenes impresas en las cajetillas de lo que daña fumar al tiempo que se vende fácilmente, y el Estado suma beneficios desorbitados resulta obsceno”