El capital humano, junto a su talento, son las credenciales más valiosas que tiene cualquier pueblo, de cara a afrontar su desarrollo y prosperidad. Si los pierdes, te quedas atrás, así de claro. La emigración de profesionales altamente cualificados, que preparamos aquí y disfrutan otros países, era ya un grave problema. Pero con lo de esta nueva economía de proteccionismo y aranceles, no sé yo dónde vamos a ir a parar. Así que hay que ponerse las pilas, aquí en Cantabria o en el conjunto del país. Ofrecerles oportunidades de verdad, bien pagadas, es la forma de acabar con esta tendencia al alza que impulsa a nuestros jóvenes a emigrar.
Lo de asemejar de entrada el número 51.999 a un décimo de la Lotería Nacional es porque tener un buen trabajo, bien remunerado, supone una gran suerte que buscas allá donde crees existe semejante oportunidad. En sí la cifra es alta, y además supone un incremento del 5,17 con respecto a 2024. Tengamos en cuenta que la población actual de Cantabria era, a 1 de enero de 2025, de 593.386 habitantes, cifra que casualmente ha subido al estar impulsada por la inmigración. Contando asimismo con que la población de las diferentes comunidades autónomas españolas es muy desigual, no resulta fácil compararnos con lo que pasa en este sentido en otras regiones. Solo como ejemplos, La Rioja cuenta con 327.115 habitantes, 23.402 de los cuales residen en el extranjero, y Navarra, con 683.525, tiene en el exterior 40.023.
Con mayor o menor acierto, cada vez que se habla de cántabros en el exterior, inmediatamente surge la reivindicación del talento que se ha ido de la región, y que es aconsejable recuperar, ya que se trata de trabajadores altamente cualificados, en su mayoría jóvenes. A la hora de buscar las causas de la emigración de nuestros titulados a nadie se le escapa como anhelos fundamentales encontrar mejores oportunidades laborales con una buena nómina de por medio. Pero quizás sean desconocidas otras razones que aparecen en las investigaciones realizadas sobre la hemorragia constante que es la pérdida del talento español. Se sienten más reconocidos fuera, y creen que pueden ascender prontamente en sus trabajos, lo que les abre la puerta a otras aspiraciones en la vida, como vivienda, formar una familia y disponer de una adecuada conciliación laboral.
Todo lo anterior esperan encontrarlo en América (36.378) y el resto de Europa (11.686), como lugares a los que se desplazan de manera permanente la gran mayoría de los 51.999 cántabros residentes en el extranjero, 25.534 hombres y 26.465 mujeres. No obstante, tanto Oceanía (643) como Asia (557) son destinos cada vez más elegidos. Los países que concentran mayor número de cántabros son México (16.481), Argentina (5.136) y Francia (3.496). Algo deben tener cuando cada vez son más los españoles que deciden vivir allí: 505.940 en Argentina, 320.749 en Francia y 220.715 en Estados Unidos.
“Cada vez que se habla de cántabros en el exterior, inmediatamente surge la reivindicación del talento que se ha ido, y que es aconsejable recuperar”
Lo de los cántabros en el exterior es un artículo que se publica todos los años, pero si hay uno pendiente es el de la emigración interna, de todos aquellos jóvenes cántabros que están recalando en Madrid, Barcelona, Tarragona o Sevilla, solo por citar las principales ciudades que me vienen a la cabeza. La capital de España es, por supuesto, número uno en dar trabajo a nuestros jóvenes valores. Ocurre lo mismo con artistas (pintores, escultores, diseñadores, creadores), por eso de que abre las puertas a todo el país y quien sabe si al resto del mundo.
Lo normal en Cantabria es que te juntes con padres de tu generación, y al preguntarles por cómo están sus hijos, te contesten: “Bien, trabajando en Madrid”. Regresan a La Tierruca por Semana Santa y en las vacaciones veraniegas, pero el resto del año aportan su gran preparación, alcanzada en las escuelas, institutos y universidades cántabras, ahora al servicio de la multitud de empresas, cada vez más, radicadas en el mismísimo centro de la península. Como somos los humanos a la hora de inventar escenarios futuros que luego no se dan, el siglo XXI no ha podido empezar peor para la economía y el empleo. Tenemos la Gran Recesión de 2008-2014, el Covid, las Guerras de Ucrania y Gaza, y ahora el Rearme, y la nueva guerra comercial que suponen los aranceles que unos y otros países decretan para los productos llegados de fuera. En el fondo de la cuestión regresamos al proteccionismo ideado por el alemán Friedrich List (siglo XIX, vamos para atrás). Aquel economistadefendía que las naciones deben desarrollarse con sus propios recursos y mercados, por lo que recomendaba precisamente la imposición de aranceles para fomentar este desarrollo nacional del América para los americanos de Donald Trump.
Economía tan enmarañada y enfrentada en bloques enemistados (Estados Unidos, Unión Europea, China), centra su esfuerzo en la mayor captación posible de tecnologías, avances y un rápido y nuevo desarrollo que redefina el papel de las potencias de siempre en este nuevo mapa geopolítico. Y aquí es donde resulta fundamental el talento y todo lo que se desprende de él. Así lo ve el Banco Mundial, al subrayar que el capital humano es el recurso más valioso de un país, ya que representa el 64% de la riqueza total a nivel global. En resumen, que se marche el talento debilita a un territorio y, directamente, lo empobrece.
Valencia, tan presente ahora por la DANA y una lentísima recuperación, culpa principalmente de nosotros mismos, ha aportado mayor claridad si cabe a la verdadera situación de un país, como España, que no deja de perder profesionales cualificados que emigran en busca de lo que realmente merecen, y aquí no se les da. El Instituto Valenciano de Investigación y Desarrollo junto a la Fundación BBVA establecen que el daño económico para nuestro país por el efecto de la pérdida de magníficos profesionales que emigran asciende a 150.000 millones de euros. Esto era así al menos en 2022, y la cifra se disparó un 40% con motivo de la pandemia. Pero tan malos datos no hacen otra cosa que afianzarse e incluso aumentar. La gran mayoría de emigrantes resultan ser muy jóvenes y poseen estudios superiores. En Cantabria es un hecho que se nota especialmente, de ahí el importante aumento anual de fuga de capital humano, y, lo peor, que no regresa, ya que las oportunidades de hoy siguen siendo las mismas que el día en que decidieron hacer la maleta y emprender vuelo para asentarse en lugares más prósperos que sí les respaldan.
“Lo normal en Cantabria es que te juntes con padres de tu generación, y al preguntarles por cómo están sus hijos, te contesten: Bien, trabajando en Madrid”.