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Paz sin pensar en Ucrania, las víctimas y millones de refugiados

Ni los más afamados escritores de best Sellers, norteamericanos o europeos, hubieran imaginado una novela que presagiara lo que vivimos actualmente en el mundo, y mucho menos que se iban a hacer tan amigos Trump y Putin. De ciencia ficción parece todo. Llega a tal extremo el descaro de estos dos personajes, que van a parar la Guerra de Ucrania, repartirse el país invadido sin contar para nada con él ni tampoco con la UE, a la que desprecia y avisa a las claras de divorcio nada amistoso.  Bruselas no lo debe permitir, especialmente por las víctimas, 30.000, y los refugiados ucranianos, van por 6 millones.

Hay muchas frases de Winston Churchill, primer ministro británico durante la II Guerra Mundial, que me convencen, como esta de que las actitudes son más importantes que las aptitudes, pero otras no las comparto, tal es que la política es casi tan emocionante como la guerra y no menos peligrosa. Ahora bien, cuando el mundo está a punto de quedar bajo la peligrosa tutela de Donald Trump y Vladimir Putin, la cita churchiliana cobra vida.

La Guerra de Ucrania, invadida por Rusia el jueves, 24 de febrero de 2022, cumple tres años. Hablar del balance de un conflicto bélico es una obviedad respecto a que no puede traer nada bueno. En el caso que nos ocupa, dan fe más de 30.000 víctimas y 6 millones de refugiados, 200.000 de los cuales viven en España. Según el último informe del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, de finales de 2023 (falta una necesaria actualización), el recuento de víctimas ucranianas sumaba más de 10.000 muertos, de ellos 500 niños, y cerca de 19.000 heridos, entre los que se encuentran 1.600 niños. Nada de esto se ha tenido en cuenta en la rápida cumbre, organizada en Arabia Saudí, entre Estados Unidos y Rusia (18 de febrero de 2025), para hablar de una paz, sin invitar al país agredido, Ucrania, ni tampoco a ningún representante de la Unión Europea, como la entidad política que más presente ha estado en todo momento, con ayuda económica, militar y humanitaria, dentro de este conflicto expansionista provocado solo por los rusos.

Con la farsa de Riad, ¿qué pretenden realmente Trump y Putin? Pues el regreso a un orden mundial en el que uno mande en una parte y el otro haga lo similar en su zona de influencia, dentro de la cual, miren por dónde, nosotros los europeos tendremos que convivir con Rusia, país en el que resulta excesivo hablar de sistema democrático. Pero lo tratado en la capital saudí va de que el invasor, que ya controla casi el 20% del territorio ucraniano, se apropie definitivamente de todas las ciudades y pueblos ucranianos asaltados y bombardeados (principalmente Crimea Donetsk, Lugansk, Zaporizhia y Jersón).  Solo así se producirá el alto el fuego que, ¡pásmense!, incluye la exigencia de elecciones inmediatas en Ucrania, imagino que con la idea de situar en el poder a quien convenga a los dos máximos mandatarios mundiales. La situación de Zelenski se encuentra realmente en una encrucijada. Además de ninguneado, tachado de repente por el presidente norteamericano de dictador, se le señala como causante de la guerra. El magnate propietario de la Torre Trump de Nueva York ha puesto a disposición de estas disparatadas ideas a toda la maquinaria informativa que le es posible, tanto de Estados Unidos como de Rusia. En Bruselas, como sede de la Comisión Europea, sigue entretanto la parálisis, completamente descolocados como están los mandatarios de cada país miembro.

“La farsa de Riad va de que el invasor, que controla el 20% del territorio ucraniano, se apropie de todas las ciudades y pueblos bombardeados”

Me intriga realmente lo que, de manera individual, harán pronto Reino Unido, Francia o Italia. Me refiero a si terminarán por comprar el nuevo relato de Trump, bien en su totalidad o en parte. Un defecto de la actual Unión es una patente falta de personalidad, en un intento de quedar bien con todos, lo que de habitual termina mal, en la vida y en la política. No me gustaría estar en la piel de la presidenta de la Comisión, Úrsula Von der Leyen, en los próximo meses y años. La alemana, que se sepa, no parece tener feeling con los que dan hoy las órdenes, aunque suene fatal. Algunos periódicos españoles ya se han atrevido a pronosticar otro futuro para la actual UE, pero creo que es pronto para vislumbrar nuestro devenir.

Si a nivel nacional, caso de España, no se han practicado como es debido los Pactos de Estado en asuntos decisivos, dudo mucho que Europa hable alto y fuerte, con una sola voz, unida, frente a Trump y frente a Putin. Desde el inicio de la Guerra de Ucrania ya falló el castigo a Rusia. Se financiaba y armaba al país invadido, se imponían sanciones al agresor, pero todo era con la boca pequeña, por la total dependencia que el Viejo Continente tiene del petróleo y   gas ruso. Mientras seguíamos comprándolo, los presupuestos nacionales se resentían por todo lo que dependíamos de Ucrania y no sabíamos: trigo, maíz, cereales, aceites de semillas, girasol, soja, avena, sin despreciar un ápice lo que aportaba en energía y minería. Todo con lo que se quiere quedar Putin, con el beneplácito de su ahora mejor amigo, Donald Trump, con que también habrá que repartir. Que el mundo se ha vuelto loco, ya no es una frase, es un hecho constatado.

Cada vez que el presidente norteamericano se pone delante de un micrófono sube el pan, como decimos aquí. Europa necesita que dentro de Estados Unidos surja un movimiento para no permitir el cierre en falso de un conflicto (Rusia siempre va a querer más), y que unos lazos políticos y económicos de Norteamérica con Europa salten por los aires.  Trump es el enemigo público número 1 de la Unión. Lo mismo nos considera como fortalece económica que hay que desmontar, que invita a sus países miembros a levantar de nuevo fronteras. El caso es que en esta parte del mundo hay una tradición de producir, fabricar y exportar. Es cierto que en los últimos 15 años hemos vendido más. Podríamos decir lo mismo sobre que todos los Ejércitos europeos portan aviones, armas y tecnología norteamericana. O de que el cambio a la economía online viene también del monopolio de las grandes multinacionales americanas, caso de Amazon, que ahora influyen decisivamente en el Gobierno de Trump. Si nos ponemos a repartir, hay para todos. Pero a Trump y a Putin les mueve mucho más que el América para los americanos y el Rusia para los rusos. Le mueve una ambición personal desmedida, nunca antes vista en un dirigente de sus características. Aunque en Europa sabemos dónde debemos dar, precisamente en las gigantescas multinacionales, que tecnológicamente nos colonizan. Entonces, ¡ya veremos!

“Trump es el enemigo número 1 de la Unión. Sabemos dónde dar, las  multinacionales norteamericanas que tecnológicamente nos colonizan”

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