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Empeora la salud mental y urge inyectar, de verdad, financiación

La salud mental en España y en el resto de Europa está pendiente de planes. Uno llega incluso a leer: “La UE de la Salud Mental”. Pero las palabras no sirven a pacientes y familiares que urgen cambios, y esas mejoras solo pueden venir de la mano de una financiación adecuada al problema, y que se convierta en permanente. Igualmente creo que la letra escrita en estos planes ya es conocida por los afectados: prevención, tratamientos y reinserción. Pero todo ello con la coletilla de “procurar esfuerzos” en todos esos aspectos. No veo que esto sirva para cortar el aumento desmedido de casos que se está dando entre niños y jóvenes.  

Durante todo el 2024 he estado pendiente de escribir sobre la salud mental de los españoles, que empeora en todos los grupos sociales, y al final concluyeron los doce meses del anterior año, y no llevé cabo esta reflexión en voz alta, que quiere conllevar al tiempo denuncia y reclamación de soluciones reales. No es tan solo un problema, es todo un cataclismo social, y basta con meterse en Internet (uno de los causantes) para que te suelten esto: “La salud mental en España empeora cada día. Cada vez hay más suicidios, más casos de depresión, y la ansiedad afecta al 6,7 de la población, más de 3 millones de personas. A esta crisis se le han atribuido numerosas causas: redes sociales, Covid, cambio climático, una economía cuesta abajo o cambios en la estructura familiar”. Pero no basta con elucubrar, hay que investigar, lo que requiere invertir suficientemente, y cerrar tan alarmante y peligrosa hemorragia.

Ya saben por otros artículos, que siempre escribo con sorna que lo que sobran en España son planes que no se cumplen. Digo esto porque hay algo llamado Plan de Acción de Salud Mental, cofinanciado entre el Ministerio de Sanidad y las comunidades autónomas, con un presupuesto de 100 millones de euros, que resulta absolutamente insuficiente, por no utilizar un término grosero.

Europa, como entidad política, económica y social, sabe que estamos ante un creciente problema, como dentro de un momento precisaré mejor, aunque cuestión aparte es que sus países miembros tengan la misma percepción, y así regresamos al rácano caso español. Cambiar de mentalidad exige, en primer lugar, ver e imitar lo que hacen algunos de nuestros socios comunitarios. Del presupuesto total en salud, Luxemburgo destina el 13,4% a la salud mental. Francia un 12,91 %.  Y en tercer lugar nos encontramos con el presupuesto más alto de la UE en sanidad, que supera los 400.000 millones de euros, de Alemania. Pues bien, destina el 11% a estos tratamientos.

“Sobran planes que no se cumplen. Hay algo llamado Acción de Salud Mental, con un presupuesto de 100 millones, absolutamente insuficiente”

Desde la misma puesta en marcha en España del Plan de Acción de Salud Mental, las sociedades científicas advirtieron que los 100 millones de euros eran “una inversión mínima e insuficiente, para semejante problema de enormes dimensiones”. Demasiados frentes para abarcar con tan escasa financiación. Solo propósitos: Refuerzo de los recursos humanos, la optimización de la atención integral a la salud mental en todos los ámbitos, la sensibilización y lucha contra la estigmatización con campañas y formación, la prevención, detección precoz y atención a la conducta suicida, el enfoque de género en la salud mental, la mejora de esa salud en niños y adolescentes o líneas específicas para el apoyo a los familiares y la coordinación entre recursos y niveles asistenciales. ¡Cómo para no definirlo los expertos de problema de enormes dimensiones! Por cierto, ya está bien de que en España se haga caso omiso a las valoraciones, especialmente científicas, de quienes saben lo que se traen entre manos.

En el verano de 2023 la Comisión Europea anuncio, a bombo y platillo, que la siguiente gran apuesta de la UE iba a ser la salud mental, con una dotación (incluso hablaban de nuevo enfoque), que vendría de la mano de 1.230 millones de euros. Como los titulares fantasiosos quedan muy bonitos, su marketing lo denominó “La UE de la Salud Mental”. No se habla lo debido de la mella que ha dejado el Covid, no interesa, pero es que antes de esta gran pandemia, se estimaba que dentro de Europa había 84 millones de personas afectadas por problemas de salud mental. ¿Cuántas a día de hoy? Hay otra cuestión no menor: lo que pasa en el trabajo. Se estima que la mitad de los trabajadores europeos está expuesto al estrés en su centro laboral, y a ello se achacan muchas de las bajas médicas y, en consecuencia, días de trabajo perdidos.

Pretende ofrecer confianza una expresión muy del uso de las grandes instituciones europeas: los principios rectores. Y también los han planteado para su plan de salud mental. 1. Prevención adecuada y eficaz. 2. Acceso a una atención sanitaria y a unos tratamientos en el campo de la salud mental, asequibles y de alta calidad. Y 3. La reinserción en la sociedad, tras la recuperación psíquica. Ahora bien, cuando se pasa de hablar de principios rectores a “procurar esfuerzos”, es decir, no hay obligaciones, ya entra el bajón sobre que este macroproyecto sea realista y, más allá, cumplidor. Y es que las dudas aumentan cuando me informo de más contenidos de esta UE de la Salud, que habla de promover una buena salud mental (Código europeo de salud mental, y el refuerzo de la investigación sobre salud cerebral). Más frases hechas: Invertir en formación y desarrollo de capacidades o procurar que haya una buena salud mental en el trabajo, que consiste en campañas publicitarias. Al igual que sucede ahora, niños y jóvenes están en el punto de mira del aumento tan alarmante de nuevos pacientes. Como para que no se molesten las grandes multinacionales de las redes sociales, casi ni se las cita. Para acabar, y entre los grupos vulnerables, se señala a los mayores. Para ellos, la medicina a aplicar es una “especial atención”. Pues vale.

A los pacientes, a sus familiares, que mayormente acuden a la sanidad privada, no sé si les convencerá escuchar todo esto, porque me da la sensación de que ya lo han oído antes. Como en otras tantas patologías, caso del ELA, aquí lo que se necesita es inyectar financiación suficiente y continuada. Ni por asomo olvido a los enfermos de Bulimia y Anorexia, y a la justa lucha y reivindicaciones que llevan a cabo sus familiares y las asociaciones tan valiosas en las que se agrupan. La sanidad española, en su conjunto, está actualmente necesitada de mayor presupuesto y especialmente de la incorporación inmediata de profesionales en todas las especialidades. Si este es el contexto en el que nos movemos, los planes que se presenten para enfermedades concretas son papel mojado.

“La sanidad española está necesitada de mayor presupuesto y   profesionales. Planes para enfermedades concretas son papel mojado”

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