Es un triste hecho que el periodismo va perdiendo a sus principales referentes. Acaba de suceder con el inigualable Jorge Lanata. Su trabajo se desarrolló en Argentina, igual de amado que odiado allí. En redes sociales era machacado, y esto ha seguido siendo así incluso en su funeral. Pero deja un legado impresionante en dos aspectos esenciales. Uno es lo que siempre debemos hacer los periodistas: contar lo que pasa y no inventar o directamente mentir. Lo siguiente, no menos importante, es que Lanata fue un auténtico látigo contra la corrupción que se ha venido produciendo en diferentes gobiernos argentinos. Admirable.
No sé si es costumbre en mis artículos tirar de frases de grandes personajes, pero el fallecimiento de Jorge Lanata, el genial periodista argentino, a los 64 años de edad (¡que pronto, carajo!), me ha dejado helado. Y es que habiendo en España tantas radios, durante varios años me dio por escuchar “Lanata sin filtro”, en Radio Mitre, la de mayor audiencia en Argentina. Hablaba por los codos, como corresponde a persona tan inteligente como valiente. Me apoyo en la prensa argentina, y se lo agradezco, para recodar tan solo una de sus grandes reflexiones: “Soy periodista porque tengo preguntas. Si tuviera respuestas sería político, religioso o crítico. Por eso el periodismo militante es la antítesis de lo que soy yo. Ellos están llenos de respuestas y están dispuestos a aplicarlas. Soy periodista porque no sé”.
Lanata, calificado tras su fallecimiento como icono del periodismo latinoamericano, no dejaba indiferente a nadie, lo mismo era admirado que detestado. Incluso en las noticias publicadas por Clarín o La Nación, abiertas a la participación de los comentarios de los lectores, he encontrado bonitas palabras hacia su persona, al igual que despiadadas alegrías por la pérdida de un periodista que cubrió la actualidad en todos los terrenos, prensa, radio, televisión e Internet, y en todos ellos triunfó. Era un todoterreno, de los que nacen uno cada cien años. Sobre todo, fue un azote del poder, especialmente del corrupto, y la historia y los ciudadanos de Argentina lo saben bien.
Aquel no es país fácil, nunca lo ha sido, aunque hablar hoy de países donde se aplique sensatez en la gobernación es perder el tiempo. Que se lo digan a Estados Unidos, con la reelección de Donald Trump. O a Putin, en guerra, sin tregua posible, con el que un día fue país hermano, caso de Ucrania. Jorge Lanata, al menos para mí, era un látigo para todo lo que oliera a injusticia, principalmente abordando el día a día de su país, pero podía extender sus razonamientos críticos a cualquier otro atropello social, allá donde se cometiera. Claro que la popularidad entre la ciudadanía de este periodista se fraguó en los momentos más duros, especialmente arriesgados, como fue el tránsito en Argentina de una dictadura militar a débil democracia. Fue entonces cuando creó el diario Página 12. ¿Qué porqué este nombre? Pues porque solo tenía 12 páginas. Uno de los jóvenes periodistas que participó en aquel proyecto es Ernesto Jakson, hoy pluma destacada en Clarín. Habla así de su compañero y amigo en una columna de despedida: “Aquel periódico se vendía como un alimento imprescindible para entender, entre otras cosas, las verdades dolorosas que envolvían a los argentinos. Lanata fue necesario, le hizo mucha falta al periodismo”.
“Era un todoterreno, de los que nacen uno cada cien caños. Un azote del poder corrupto, y los ciudadanos de Argentina lo saben bien”
¿Qué es lo que le hace falta hoy al periodismo? Pues ser periodismo. Y no me he quedado más calvo de lo que ya estoy por dar tan simple respuesta. Trabajar ahora con independencia es fantasía, dada la propiedad de los medios, y la influencia tan decisiva de los Gobiernos en muchos casos, al poner el dinero para su sostenimiento, lo que tiene un precio: desinformar.
Quizás el Flaco Lanata, como le apodaban, viendo el desolador panorama en que nos hemos instalado entre mentiras, falsos relatos, manipulación general y redes y bandos, pronunció su propio epitafio en 2023, antes de su adiós definitivo. “Mi mensaje universal es quiéranse, no pierdan el tiempo. Ya sé que suena a discurso hippie pero no lo es. Es así, no hay tiempo. Es la vida y la muerte. Hagamos menos planes, y démosle para delante”. Sin duda es buena recomendación, recién entrados como estamos en un nuevo año. En cambio, para los periodistas no hay meses, ni semanas, ni días, porque es nuestra obligación buscar información, la verdad, a las muchas y raras cuestiones en las que estamos hoy en día inmersos. Hay Lanatas contados, tan pocos, que no me viene ahora mismo ninguno a la cabeza. Como será de impactante la noticia, que Argentina está inmersa en gran conmoción, como sufriendo un auténtico drama nacional. A diario, desde su fallecimiento, no paran de publicarse y emitirse noticias sobre su vida, trabajo, familia, legado, y opiniones continuas de admiradores y detractores. Cuando a alguien es un referente, dentro de la profesión que sea, hay que apoyarse en la cascada de datos que arroja su trayectoria. El Flaco ha muerto muy joven, pero Dios mío lo que le ha dado tiempo a hacer. Empezando por sus libros, que son toda una referencia de aprendizaje dentro de la profesión de comunicar como es debido. Títulos como Lanata/Secretos, virtudes y pecados del periodista más amado y más odiado de la Argentina o Lanata/56/Cuarenta años de periodismo y algo de vida personal.
Creo que es bien justa la definición de icono del periodismo, si tenemos en cuenta que fundó dos diarios y cinco revistas. Llevó a cabo innumerables programas de radio y también de televisión, donde era también una auténtica estrella. También hizo una película, y estuvo presente en otras muchas filmaciones y videoclips. Tiene en su haber decenas de premios. Contando los citados, publicó ocho libros. Nadie sería tan grande sin reconocer al tiempo que se arruinó y las pasó canutas, teniendo que vender de todo. Esta frase del periodista argentino Luis Majul me encanta: “Se peleó con decenas de colegas y también con casi todos los presidentes desde 1983 para acá”. Javier Milei, el actual, no ha abierto la boca tras anunciarse el fallecimiento de Jorge Lanata, el 30 de diciembre de 2024, en Buenos Aires (ciudad única que he pisado varias veces). Tampoco lo ha hecho su enemiga acérrima Cristina Fernández de Kirchner. El periodismo imprescindible tiene la culpa de estos lógicos desencuentros. Pero que nunca falte.
“Se peleó con decenas de colegas y con casi todos los presidentes. Milei, el actual, no ha abierto la boca tras anunciarse el fallecimiento de Lanata”
Foto: Radio Mitre. Imagen promocional de su programa «LANATA SIN FILTRO»