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100 millones de turistas y que nos hablen de sostenibilidad

En la actualidad española se comenta mucho la nula respuesta ciudadana ante hechos o problemas de carácter económico y social, que tendrían que acarrear una lógica movilización. Pues resulta que no es así en todos los casos, ya que el movimiento es creciente en cuanto al rechazo al turismo invasivo, que priva de bienestar a quienes son residentes y vecinos fijos de las zonas congestionadas. El debate y la unión de afectados no va a hacer otra cosa que crecer. Y no puede ser de otra manera teniendo en cuenta que, solo en este año, vamos a recibir 100 millones de turistas, un auténtico despropósito en toda regla.

El año 2023 supuso dejar atrás el covid, y llegaron a España más de 85 millones de turistas. Aquella descomunal cifra, en este 2024, puede llegar a los 100 millones. Como dato morboso, he de contar que la llegada de 15 millones más de visitantes es el mismo número de fallecidos, en todo el mundo, por la pandemia. Sobre el Coronavirus se ha escrito mucho y aún queda lo principal, la auténtica verdad. En cambio, ya no se habla del virus, ha desaparecido de las conversaciones. Lo que prefiere la gente es viajar, viajar y viajar.

Indudablemente, muchas cosas han sucedido en los últimos cinco años, entre ellas el creciente rechazo social contra la masificación del modelo turístico español. La petición de frenarlo se da tanto en ciudades (Barcelona, Tenerife o Málaga) como pequeñas localidades (Comillas), y por parte del Gobierno central y los autonómicos se habla de comprensión hacia este rechazo, mientras aún no se hace lo necesario para ir sentando las bases a soluciones futuras sostenibles. Para 2040 se prevé que España sea uno de los principales países que más turistas acoja, superando a Francia, mientras 2030 se vende como el año para aplicar la agenda de la sostenibilidad medioambiental, que palie en buena medida los desastrosos cambios en bastos territorios que genera el cambio climático (sobre todo prolongadas sequías que incrementan los incendios). Es una gran contradicción, impulsada por intereses muy dispares que, en realidad, apuestan más por la masificación que por la sostenibilidad.  

Dentro del debate sobre el modelo turístico español hay tres frentes muy diferenciados. Está en primer lugar el sector turístico, que no ve problema en las cifras tan desbordantes de turistas que llegan actualmente, e incluso cree que se puede crecer más. Eso sí, muestran queja sobre el incremento de los pisos turísticos, pero confían en las regulaciones, mientras sus cifras de negocio no hacen otra cosa que engordar, pese a que tienen un serio problema con demasiados turistas y muy poco personal para atender semejante demanda. A continuación, está el Gobierno, que todo lo fía a nuevas leyes por redactar y aprobar, pero los plazos que se vislumbran para contar con ellas hablan de años, eso si no hay nuevas elecciones de por medio que hagan decaer dichas previsiones legales, y haya que empezar todo de nuevo. Y finalmente están los residentes nacionales, los vecinos de los barrios donde crecen como setas los apartamentos turísticos, los inquilinos que abandonan ante rentas tan inasumibles, los aspirantes a tener un piso o por lo menos poder alquilarlo. El cabreo, hastío y, sobre todo, desconfianza a que todo esto tenga arreglo ha hecho mella en ellos.   

“Dentro del debate sobre el modelo turístico hay tres frentes diferenciados. Está el sector turístico, el Gobierno y los vecinos y su desconfianza”

Trasladándolo literalmente a este artículo, el enfoque que promueve la Agenda 2030 del desarrollo sostenible requiere abordarlo como una necesaria integración de los ejes social, económico y medioambiental. ¿Con 100 millones de turistas? O una cosa o la otra, pero todo al mismo tiempo no es ni desarrollo, ni mucho menos sostenible para el territorio a conservar para futuras generaciones. La ONU, a cargo de quien están los Objetivos de esta Agenda, debe incorporar de inmediato a sus estudios internos, para el debate posterior, la adaptación inmediata del turismo invasivo al nuevo escenario que se busca, y que ahora no se va a poder cumplir ni por asomo para el año previsto del 2030.

Las voces críticas en contra de la situación actual solo van a ir en aumento. No puede ser de otra manera si alguien que nace en un lugar, pongamos por caso Ibiza, no va a poder vivir en su localidad, ante todo porque no hay viviendas que ocupar entre la compra de ellas por turistas extranjeros, la entrada tan agresiva de fondos de inversión en adquisición de edificios o barrios enteros para dedicarlos posteriormente al alquiler turístico (esto es tremendamente injusto), y el temor también creciente de propietarios a alquilar sus casas debido a okupas y a los impagos (inquiokupas), que también van en aumento, por una economía de precios (alimentos y energías) que ya muchas familias no pueden soportar y han de acudir a ayudas familiares y sociales.

Estamos hechos a pensar que el turismo es como la gallina de los huevos de oro. Para España, solo este año, van a suponer ingresos por un importe de 200.000 millones de euros. Si este dinero tuviera una directa repercusión en una amplia economía social, mediante el perceptible desarrollo de las infraestructuras en esas zonas visitadas constantemente por turistas, quizás no avanzaría tanto el rechazo al actual modelo. Pero no es así, ya que esas inversiones ni existen ni se las espera. Al revés, con la invasión turística se generan problemas de escasez, esencialmente en materia de agua, un gravísimo problema que crece en España y que se achaca al cambio climático, y al aumento de temperaturas. Llegamos por lo tanto al razonamiento más que lógico de que las comunidades de residentes fijos han de velar por aquello con lo que cuentan para una cantidad determinada de habitantes. Pensemos por un instante lo que supone para Cataluña un verano en el que multiplica la ocupación, tras tres años en que la sequía no ha dado tregua, y ha sumido a la población en restricciones constantes, que mucho me temo pudieran continuar. Entonces, la pregunta se repite: ¿Así, 100 millones de turistas?

“Con la invasión turística se generan problemas de escasez, y las  comunidades de residentes fijos han de velar por aquello con lo que cuentan”

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