- Los periodistas más jóvenes tienen que profundizar en lo que supuso el Nuevo Periodismo y quienes fueron los precursores.
- En los medios sobra política, porque el ciudadano está más preocupado por la solución a sus problemas cotidianos.
- Esta profesión debe combatir siempre los muros que bloquean el desarrollo justo de los pueblos: guerras, hambre, dictaduras, igualdad de razas, falta de libertades o acceso a una educación y sanidad para todos.
- El mejor periodismo es aquel que busca siempre el compromiso, vigilante siempre con el poder y con los poderes económicos.
Tan parecidos como somos, resultamos multitud aquellos a quienes nos gusta conocer los acontecimientos más importantes que se produjeron en el día o el año de nuestro nacimiento. A mi me sucede con 1960. Aquel es el año en que la Revolución Cubana empieza a nacionalizar grandes multinacionales norteamericanas instaladas en la isla, y comienza la imparable descolonización de no pocos países en todo el mundo. Pero también nació el Nuevo Periodismo, que muchos años después me mostrarían en la Facultad de Periodismo de Bellaterra, en Barcelona.
Quizás sea el norteamericano Tom Wolfe el exponente más conocido de esta nueva forma de hacer periodismo, sobre todo por la publicación en 1973 de su libro The New Journalism, aunque aquel nuevo camino que se empezaba a andar está lleno de otros grandes nombres en la historia de esta profesión de contar las cosas que pasan, como es el caso del colombiano Gabriel García Márquez (Cien años de soledad). Para los periodistas más jóvenes, es tremendamente valioso conocer el trabajo periodístico de algunos de los nombres que cito, ya que introdujeron una nueva dinámica de llegar al lector con historias cotidianas, sencillas y fascinantes, contadas mediante la crónica, el reportaje, el perfil o la entrevista. Hoy es casi todo política, y quizás esa sea una forma de hastiar a los lectores, mucho más preocupados por la solución a sus problemas cotidianos.
En el Nuevo Periodismo no había ordenadores, ni móvil, ni Internet o redes sociales.
En aquel periodismo estuvieron del todo ausentes el ordenador, el móvil y por supuesto Internet y las redes sociales, pero era tremendamente humano y sensible con los grandes problemas que desde siempre han sembrado de minas la existencia debido a las guerras, el hambre, el rechazo a las dictaduras, la igualdad de razas, la falta de derechos y libertades, el acceso a una educación y sanidad dignas, así como la búsqueda de una mejor relación entre los países que cohabiten en democracia. El periodismo debe combatir siempre cada uno de estos muros que bloquean la paz y el desarrollo justo de los pueblos.
Sí, creo que el Nuevo Periodismo era a la vez un periodismo más comprometido con todo lo que acontecía, vigilante siempre con el poder y los poderes económicos, empeñado en sacar a la luz historias personales, injusticias no conocidas, las corruptelas de siempre, y reivindicar así constantemente que la libertad de prensa es la antesala de posibles cambios que favorezcan a las mayorías contra las minorías más pudientes.
La actual crisis económica (porque aún no ha pasado) ha generado una mayor distancia entre los ciudadanos y la credibilidad de lo que se cuenta en los medios. Hay que reconocer que los medios de comunicación, especialmente los viejos periódicos en papel, han sufrido como pocos las consecuencias de esta crisis que, tocando casi todos los sectores, se ha cebado especialmente con la prensa tradicional. No debe resultar fácil intentar salvarse de la quiebra, del cierre de tantas cabeceras como ha habido, y ser al mismo tiempo garantes contra cierres patronales, despidos, nueva ley de empleo, desahucios y malas prácticas bancarias que dieron al traste con no pocas cajas de ahorros y bancos, sin olvidar el escándalo mayúsculo de las Preferentes. La independencia económica está en la base de la independencia editorial, salvaguarda asimismo del empleo de sus periodistas, evitando los ERES, y posibilitando contratos y horarios dignos a los nuevos profesionales del periodismo que se incorporan a las redacciones. Por si fuera poco, durante estos años de crisis se ha producido todo un cambio en la propiedad de los medios, muchos de los cuales están directamente en manos de la banca y las multinacionales de las telecomunicaciones. El panorama no es alentador, pero sin prensa libre no hay democracia, y no se trata simplemente de seis palabras.
Recuperar reputación, prestigio y principios.
El edificio se reconstruye apostando por recuperar la reputación, el prestigio del trabajo periodístico como antes tuvo, y de la separación de los poderes políticos de los grandes centros de prensa y de sus investigaciones sobre cómo se ejerce este poder y vigilando la forma en que gobiernos y Estados usan el dinero de todos los ciudadanos para que no se repitan los episodios de una crisis que no ha castigado aún a todos sus culpables, desde corporaciones, multinacionales, a prácticas monetarias alejadas completamente de la ética y los valores que precisamente deben representar los medios de comunicación y quienes trabajan dentro de ellos. No va a ser fácil desandar los muchos errores cometidos, desde antes de la crisis, pero especialmente en plena crisis.
La actualidad de muchos medios, especialmente los digitales, es que trabajan atrincherados en ofrecer informaciones sin más valor que la última noticia que se produce y se cuelga. Cabe insistir que un medio es compromiso con todo lo que le rodea y, especialmente, con aquellas personas a las que pretende informar, llenas de problemas, con el paro a la cabeza, sin que lleguen planes, reformas o inversiones que palien estas malas situaciones familiares y sociales. Un medio, con su estilo, con su ética y con un código de conducta que suponga que contrastar es acertar con la verdad, debe estar ante todo de parte del lector, el oyente de radio, el televidente y el usuario de Internet. Quizás no haya mucho que inventar ya en periodismo, incluidas las redes sociales, con el Twitter, el Facebook, el LinkedIn o Instagram, y sencillamente se trate de desempolvar el Nuevo Periodismo y reactivar sus principios.
Fotografía: Tom Wolfe.