Casi todo en torno al clima y preservar el planeta tierra es mediático. Las televisiones, cuando hay una cumbre del clima como la de ahora de París, nos emiten las imágenes de lo que puede llegar a suceder en medio de mensajes que ya citan inclusive el Apocalipsis, que es el acabose todo. La gran desgracia del clima es que nadie lo corteja. Todo es palabrería, escenificaciones y costosos encuentros mundiales donde, mayormente, los discursos están vacíos de contenidos y no digamos de decisiones. Que Estados Unidos o China proclamen tan sólo que son conscientes del problema es como si hoy llueve y yo lo voy contando por ahí. Es una obviedad.
Ni cuando vemos las orejas al lobo, los seres humanos aprendemos la lección. Estamos hechos para la pelea, las guerras, las invasiones, la destrucción, el consumo desmedido, y lo mismo nos da arrasar el suelo que pisamos que la atmósfera donde va a llegar inclusive un día en el que la chatarra espacial no quepa tampoco en el espacio tan extenso que se presupone. En efecto: hay que esperar a las conclusiones de la Cumbre del Clima de Paría que tiene lugar ahora. ¡Esperaremos! Aunque si les digo la verdad no albergo demasiadas esperanzas en las decisiones de los poderosos, porque su lenguaje está siempre impregnado de plazos. Que si para tal año los gases serán menos. Que si para tal fecha llegarán las prohibiciones de utilización de tales productos químicos en la agricultura o la ganadería. O que para mediados de siglo se consumará un mayor control de la pesca, la limpieza de los mares y tirar a sus profundidades todo tipo de desperdicios, materiales, plásticos y bidones radiactivos.
La tierra está muy mal, los mares peor y el aire que respiramos tocado de muerte. Así son las cosas y así se las hemos contado, parecen decirnos mientras no hacemos nada lógico para acordar que lo vamos a frenar en seco. Se impone la economía, el comercio, los intereses, las multinacionales, los gobiernos que miran para otro lado, y se deja todo a una sociedad civil que es consciente del cambio climático pero lo que se viene encima es demasiado para las asociaciones protectoras y conservacionistas de la Tierra. Esto es lo que hay mientras el reloj del desastre avanza.