Sobre la vida cotidiana tenemos muchos pensamientos heredados que no sirven para nada. Estar a gusto con la vida depende de las circunstancias interiores (la mente), exteriores (vivir a gusto y con salud) y diarias (trabajo- cartera-comer-pagar las facturas, divertirse, etcétera). Que me perdone hasta el mismísimo Dalai Lama, pero tampoco me convence cuando dijo esto de que “solo existen dos días en el año en los que no se puede hacer nada. Uno se llama ayer y otro mañana. Por lo tanto hoy es el día ideal para amar, creer, hacer y principalmente vivir”. Muy bonito todo, pero entre tanto llegamos al paraíso yo prefiero una sociedad más justa y equitativa, donde no se produzca este nuevo y flipante hecho de que en estos siete años de crisis durísima, hay un 40 por ciento de nuevos ricos en España. ¿Cómo coño lo han hecho?, ¡quiero saberlo!
El Dalai Lama no se había encontrado con esta novedad cuando escribió sus buenos deseos. Porque los sueldos no hacen otra cosa que bajar mientras sube todo lo demás, y hay que mirar tiñosamente los precios antes de comprar algo. Tanto nuevo rico contrasta también con quienes buscan empleo. Cuando te dan un trabajo y a continuación te dicen lo que te van a pagar, te entran ganas de volver a casa, echarte a la cama y no volver a levantarte jamás. Pasamos a la cuestión impuestos y su “presión”. Con lo que los trabajadores pagamos en este país, insisto: ¿cómo es posible este 40 por ciento más de ricos? Pues a costa de otros. No se me ocurre otra reflexión mejor para seguir adelante con el artículo. Entre tantos ejemplos como puedo escoger, expongo el de los nuevos profesores que se contratan en este país, aquellos que tienen que enseñar a nuestros hijos a buscarse la vida. Vienen a cobrar poco más de mil euros. ¡¡Y no hace tanto nos cachondeábamos de los mileuristas!!
La doble moral extendida como la peste durante esta gran crisis económica me indigna. Se empezó diciendo que las familias gastaban mucho, se siguió con los trabajadores, se les expulsó de sus puestos de trabajo, pero los ricos no han notado nada de lo que ha venido ocurriendo durante los últimos siete años, época en la que se han disparado los comedores sociales y Caritas ha obrado el milagro de los panes y los peces. Así es la vida cotidiana, muy diferente para unos que para otros. Pero no hay que perder el ánimo. En esta o en la otra, aún puede llegar esa vida repleta para amar, hacer y principalmente vivir, aunque lo imprescindible antes sea creer.