A medida que voy haciendo años me doy más cuenta de lo importante que es tener educación. Tras el minuto de pitos al Himno Nacional en la final de la Copa del Rey, he oído y leído a unos y otros. Los dos argumentos principales que chocan frontalmente aluden a que hay que respetar la pitada como libertad de expresión que es, mientras los contrarios ven con buenos ojos una reforma legal que penalice y sancione estas actitudes. Lo que yo veo es mala educación y falta de respeto, que no se puede amparar en libertad de expresión alguna, pero que tampoco vas a extirpar de raíz mediante una regulación por ley. Es más: cuando apelas al castigo para generar respeto a alguien o algo, generalmente, consigues el efecto contrario.
Poco a poco, lo que termina convenciendo al personal es el rechazo social a sus actitudes que, no me cabe duda, provienen de intolerantes. Me gusta apelar a la escuela cuando rebusco en lo que yo tuve y no tuve desde pequeño en las aulas. Colegios e institutos son los que tienen que formar mayormente en la educación, desde el respeto a las ideas plurales, sin estridencias de por medio, como puede ser pitar un himno mientras suena. Nuestro sistema educativo da poca cabida a la educación, lo mismo que la universidad.
Luego están los seguidores del fútbol que asisten a los campos a ver a sus equipos. Se quejan de estar encasillados en tópicos, pero muchas de las cosas que se vociferan desde las gradas de los campos son de traca. Puedes ver como se pita el himno propio (quienes lo hacen no lo sienten como tal), pero también como se silba el de otra selección que se enfrenta a la tuya. Para muchos países, algo así es una ofensa en toda regla. Puedes también escuchar desde una parte de la grada como se ofende con gritos vejatorios a una mujer, víctima de violencia de género por parte de un jugador de fútbol concreto. La mala es ella; el himno va a ser el pagano de todo lo que pasa en España, y tampoco hay que olvidar la forma retorcida en que determinadas televisiones y comentaristas tratan estos temas, incitando a tomar postura semanas antes de que se produzca el encuentro. ¿Es inteligente actuar así? Ya saben ellos que no, pero las audiencias mandan. Finalmente llegan las lamentaciones, las riadas de comentarios, columnas como esta, y unos que hablan de respetar la Constitución y la libertad de expresión contemplada dentro de ella (muchos de los que pitan el himno tampoco aceptan la Constitución Española), y otros que prefieren mano dura. Si hay que elegir, yo me quedo con tener buena educación y sondear más en cómo alcanzarla de forma rápida.