Somos tan ricos en refranes por algo. España es diferente incluso para plantear una huelga del fútbol, antes de unas elecciones autonómicas y municipales que están a la vuelta de la esquina. La política suele atarlo todo en corto, de tal manera que no haya incidencias que destacar como esta de que corra el balón por los campos futboleros nacionales, o que salgan en los noticiarios desahucios en los que se vean inmersas octogenarias que se quedan en la puñetera calle. Como pellizcan en las orejas el sonido de los refranes, igual, igual, no hay unanimidad entre los que se preguntan lo que nos jugamos los españoles este 24 de mayo de 2015, lo que ocurrirá el día después, la semana después, el mes después…, y si son fundados o infundados los temores por la entrada de nuevos partidos y personas concretas en el llamado panorama político nacional.
He aquí un primer refrán del que quiero echar mano: “Necio es quien piensa que otro no piensa”. De lo que habla es actualidad pura y dura. Aunque no es como para hilar más fino y añadir este otro: “ni domes potro, ni tomes consejo de otro”. No, para tanto no es, pese a que este país aun sangra por las tremendas heridas que ha dejado una crisis bestial que se ha cebado de abajo a arriba, hasta llegar a la clase media, casi extinguida del mapa. Los más ricos lo son aún más, e incluso uno, en sus amplias relaciones del conocimiento, puede toparse con algún imbécil que niega la crisis. Es porque no la ha sufrido en propias carnes, aupado como demuestra estar en el surrealismo social que conlleva no saber lo que está al cabo de la calle. Hablan por sí solos parados, desahuciados y millones de trabajadores que han desaparecido de la lista de mileuristas para ganar la mitad de mil euros.
El mayor desencanto de la gente suele estar en su cartera. El porvenir se debate a diario en la barra de los bares, a la hora de tomar una cervecita, sin dejar siquiera reposar el debate en casa, a la hora de comer, tras haberse lavado uno las manos por salubridad y como esperando que bajo el caño se diluya todo lo malo que le pasa a uno al cabo del día. El opio del pueblo ya no es tanto el fútbol como poder acudir a él porque te da el sueldo para ello. El día 24 hablarán los ciudadanos y veremos en qué se queda ese otro refrán que sentencia que “en cada tierra, su uso, y en cada casa, su costumbre”.