Juncker, presidente de la Comisión Europea, se dispara al pie al decir que la UE se ha pasado tres pueblos con Grecia, Irlanda y Portugal, con todo lo que les han exigido y sus consecuencias. No sé porque evita citar a España, porque con nosotros se han pasado igual o más, aunque uno nunca sabe las extrañas alianzas del momento que imperan en Bruselas, y que te pueden dejar mejor o peor cuando un portavoz autorizado europeo se pone delante de un atril para hablar bien o mal de un país comunitario. Pues sí, señor Junker, su política de recortes y más recortes ha sido ¡mala, mala, mala!
¿Y ahora qué van a hacer ustedes? Cuando le ponen a parir a uno en un periódico y luego resulta que se han equivocado, siempre dan la versión real más pequeña, pero a fin de cuentas la dan. ¿Cómo se va a compensar a una parte de los europeos de los ajustes, despidos, angustias y demás ansiedades que han venido padeciendo en los últimos seis o siete años por esta pésima, injusta e insolidaria política europea. ¿Se le va a poner un castigo a la Merke para que copie un millón de veces la frase “no me meteré en casa ajena, porque no es de buena educación ser mandona y soberbia”. Juncker, como mal profesor que ha sido, se debe poner de inmediato a ello también.
Lo que demuestra también la frase del luxemburgués Jean-Claude Juncker, es que Europa está de elecciones, y que lo ocurrido en las últimas de Grecia les ha hecho entrar en una fase de canguis ante lo que pueda pasar prontamente en otros países. Los gobiernos tensionados desde Bruselas a partir del 2008 lo tienen muy mal para escribir otra versión del libro real de los despropósitos. Paro, despidos, funcionarios, médicos, profesores, recortes, ajustes, medicina tocada, idem con la educación, fuera subvenciones, adiós a inversiones en infraestructuras, a su simple mantenimiento, el mal comportamiento de la banca, el robo de las Preferentes aún sin devolver, los desahucios, la emigración, los jóvenes sin esperanzas, la crisis por sectores industriales que ya nunca van a levantar cabeza, los enfermos y su petición de medicamentos, los discapacitados injustamente tratados, las fábricas deslocalizadas que se han ido a otros países donde ya veremos.
En fin, señor Juncker, que debería seguir usted enumerando todas las tropelías que han cometido con sus políticas hacia países cuyos ciudadanos miran de reojo desde hace tiempo a lo que es y supone la Unión Europea. Como usted reconoce que la UE no ha hecho bien con ellos, ellos no reconocen una Unión de países que ya no tiene nada de solidaria, y donde sólo manda un país a su antojo, sin que nadie le haya dado el bastón de mando. Pedir perdón, ¡a buenas horas mangas verdes!