Cariátide es la escultura de una mujer, esculpida en forma de columna, que lo soporta todo (el templo), en memoria de los tiempos de las Guerras Médicas entre persas y helenos, que hizo esclavas a tantas griegas para llevar a cabo las peores labores. La Atenas de hoy tiene poco que ver con aquellos tiempos de bellísima y arquitectura que parió el Partenón, pero el país comunitario que es Grecia vive penalidades insoportables a pie de calle, que no encaja nada bien con esto de ser y pertenecer a la Unión Europea. Ahora tiene un nuevo gobierno donde todos son hombres, y no hay ninguna mujer ministra. Mal empieza un gobierno del cambio, que no sienta a ninguna cariátide en su descamisado consejo de ministros, que soporte también la pesada carga que es ahora para un griego y una griega vivir el día a día. Desde luego, si la mujer depende de los discursos anteriores a las llegadas al poder, ¡va apañada!
De ser explicadas hoy, las Guerras Médicas, ya no serían entre persas y griegos, sino entre los mercados y los recortes que los primeros exigen a Alemania, que ordena a los demás que hay que cerrar hospitales, dejar de conservar carreteras y gastar menos en educación porque todo esto dispara los presupuestos. Los alemanes ya no recuerdan toda la ayuda que recibieron para una reunificación de su país, que hubiera sido del todo imposible sin el dinero del resto de sus socios. Grecia es el norte, el sur, el este y el oeste de Europa porque allí nació la democracia. Que sin mujeres hay menos democracia, es una verdad como la copa de un pino. ¡A ver cómo se las apañan con los mandamases de Bruselas los masculinos ministros griegos! En los últimos años, la Comisión Europea se ha pasado mil pueblos, más con unos ciudadanos que con otros, como el caso de griegos, españoles, portugueses o irlandeses. Siguen erre que erre y Grecia es su mayor objetivo. Que levanten cabeza los helenos es el reto, pero no me gusta nada que un gobierno se haga tan macho ante sus problemas y los difíciles retos económicos que tienen por delante.