Soy más de alzar una copa y brindar por la salud de mi familia, amigos y conocidos, que de tomarme las doce uvas por si me atraganto y término nada más empezar el año en las urgencias del hospital más cercano. Un segundo brindis de los muchos que llegan durante las primeras horas del Nuevo Año se lo dedico a que este país deje de ser tan esquizofrénico y, una vez estén en la cárcel todos los salteadores de cajas de ahorros y de ancianos preferentistas, nos pongamos manos a la obra para inyectar socialmente una cura nueva para determinadas conductas que debemos enterrar y, como reacción inmediata, pasar a ser totalmente exigentes con la mentira, las chorizadas, el desfalco de lo público, y la falta de información transparente sobre cuestiones que nos afectan directamente como ciudadanos que somos.
Estar hechos de una pasta de quejicas que luego no hacen nada es la peor piel que podemos mostrar a los más jóvenes. Les criticamos por todo lo que hacen, mejor dicho, por todo lo que no hacen. Pero no estamos a la altura de cómo se sienten como para pedirles que se dejen la cabeza en los libros, se preparen bien, y luego pasen directamente al botellazo y a los porros porque no hay otra ocupación para ellos. Reconozco por un brindis que también hago, sin hacerlo en voz alta, es tener maneras para educar inteligentemente, pudiendo ofrecer buenos ejemplos de cuando en cuando, porque la juventud, si está apegada a algo de forma natural, es a la brillantez.
Naturalmente que quiero enmendar mi lenguaje y mis formas, en ocasiones bruscas, sin razón (la puñetera ira y la puñetera presión). Me acabo de enterar que los españoles ya estamos más hechos a quedarnos en el paro. Puestos a decir, añado que como las cosas van tan bien, en este 2015 hay que lograr la creación de cinco millones de parados, los que hay, la mayoría jóvenes. Luego no me extraña que los chavales tengan la zozobra que tienen, si el barco lo llevamos los mayores con estas maniobras. Como un año nuevo es enmendarse, voy a dejar el resumen de mis brindis en ¡salud y buenas conductas!, sin recontar parados ni aludir a su alegría por estarlo.