Le digo a una amiga fuera de serie en su profesión y parada, el pan nuestro de cada día de este país, que ha de preservar lo más importante que tiene, pero que en cambio se desmorona también en una persona apeada del funcionamiento normal de nuestra sociedad basado en el trabajo, sueldo y pagar facturas. Es imposible que este bendito país funcione bien en los próximos años, porque estaremos aún de cura por las depresiones personales tan gratuitas a mi juicio que se han generado al tornar un buen vivir en un mal vivir. Nunca antes he conocido tanto sobre mis semejantes y tengo definiciones nuevas sobre el ser, el hacer, el cambiar, la hipocresía, la verdad, la mentira, la amistad, ayudar, la preocupación o arrimar el hombro.
Más que reprochar, que también, creo que uno debe tener muy claro lo que piensa de las cosas, y no tener miedo a decirlas, a plantearlas, y defender su opinión, sin esperar que sean más o menos los que se pongan de tu lado. En este país todo funciona al revés. Primero nos hacemos defensores individuales de que la violencia de género hay que pelearla puerta a puerta, barrio por barrio, y meses después lo escuchas en anuncios interesados y poco creativos, porque tienen más un componente político que de utilidad real.
Doy un salto al trabajo, que no lo hay. Hay que hablar menos e involucrarse de lleno en el trabajo que los demás no tienen. Estamos en lo de trabajar más horas, menos horas, y hay que tener narices en plantearlo quienes trabajan a los que llevan paradas años, sea tanto por la edad avanzada que por la edad temprana. El trabajo en España siempre lo han dado unos a otros. No tengo tiempo para meterme en que esté mejor o peor, pero el caso es que es así. Buscar trabajo para los demás no es ningún acto solidario. Es un compromiso de cambiar las cosas. Realmente, cada persona que encuentra un trabajo o regresa al escenario laboral, no creo que haya mejor noticia para empezar a ver las cosas de otra manera y en positivo. ¿Qué es lo que ocurre? Pues que la política, que es la que debe tirar siempre de los cambios sociales, está estancada en un escenario de hablar de todo menos de lo que vale. A lo que se ve, del pensamiento de la calle, existe una tendencia constante a perder el rumbo. Por desgracia, esto también lo he aprendido.