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Cuando el enemigo de la mujer es mujer

Como en tantos otros casos, la autora de las palabras sobre la mejor edad para contratar a una mujer antes de que se quede embarazada, ha venido a decir que ha sido mal interpretada. No es la primera vez que esta empresaria se pronuncia sin rubor en contra de derechos laborales, así que no importa que una vez más de marcha atrás, porque volverá a salir en los titulares  más temprano que tarde. Lo que de verdad desconcierta es que una mujer con hijos, aunque rica de cuna con lo que esto tiene de favorable, diga que es mejor contratar a una mujer con menos de veinticinco años o más de cincuenta, porque así el empresario no corre riesgos de que se quede embarazada. Dentro de la Unión Europea, esto debe pasar sólo en España, porque si esta representante de los empresarios dice algo semejante en Alemania, Francia o Inglaterra, no vuelve a salir de casa.

No es casual el retroceso que se está viviendo en España en cuanto a los derechos e igualdad de las mujeres. Más bien, parece medido. Como señalar con el dedo a alguien al tiempo que piensas que es tonto, es de mala educación, mi creencia se dirige más bien por el lado de que primero se tira la piedra y luego se esconde la mano. Claro que también es vergonzoso que mujeres se presten a desacreditar a mujeres, máxime cuando se toca de lleno el hecho de ser madre y las ayudas que debes de tener para este sagrado momento de la vida en que creas otra vida.

En estos instantes, somos los hombres los que más debemos criticar y denunciar las aberrantes declaraciones que se están haciendo sobre el trabajo femenino, además de lo que se está haciendo con sus salarios, a la baja. Una vez más, hay que decir que aquí el problema es de costumbres, tradicional, lo que lleva a que incluso sean pocas las mujeres que se pronuncian en público contra la bilis de muchas declaraciones que atentan contra su dignidad. Desde ya, propongo que una afirmación más contra la mujer, sea motivo inmediato de dimisión o expulsión para quien la pronuncie. ¡Basta ya de vejaciones!, vengan de donde vengan, aunque son más indignantes en boca de una semejante.

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