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El enemigo del clima calza zapatos

Cuánto me gustaría opinar todo lo contrario, pero lo cierto es que las cumbres sobre el clima, de la tierra, su contaminación o rebajarla, son una patraña. Los humanos basamos nuestra forma de vida en destruir lo que nos rodea, y por esta razón resulta de chiste los congresos que se organizan cada cierto tiempo para volver sobre algo que ya se trató en la reunión anterior. Así, una y otra vez, una y otra vez, para nada. La tierra como la conocemos está abocada a la destrucción, y este es el auténtico apocalipisis que el humano va a dejar de herencia a las generaciones futuras.

En los concilios sobre la tierra siempre se apela a la misma mentira: que nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos hereden lo que ahora disfrutamos nosotros. En el punto de mira de la aniquilación: mares, ríos, bosques, montañas, cordilleras, praderas o un aire contaminado que va a más. Los animales son más conscientes del perfecto equilibrio de su medio ambiente de lo que nunca jamás seremos nosotros. Por destruir, fallamos en todo, desde lo que nos enseñan en la escuela a lo que nos piden los científicos y organizaciones más autorizadas sin que hagamos caso. Quedan dos caminos: prohibir y el activismo personal en defensa de la supervivencia del planeta.

Así es: tenemos que involucrarnos en que aumenten y se cumplan a rajatabla las leyes universales a favor del ecosistema. Los Estados y sus gobiernos no lo hacen, porque estas legislaciones siempre son redactadas con excepciones y salvaguarda de costumbres, economías y potentes multinacionales. Lo que pasa después, lo sabemos pero miramos para otro lado, porque el desarrollo nos hace cómplices de disfrutar de mucho a cambio de un altísimo precio de no conservar la fauna, la flora, el

aire, el agua y los mares. El marketing se encarga del resto. Un bombardeo de anuncios sobre el reciclaje y contenedores de todos los colores, han de permitir la limpieza sobre todo de las conciencias. Otra patraña, como la de las cumbres del clima. Que el mayor enemigo de la tierra, que calza zapatos, se ponga a hablar de ella, es la madre de las patrañas.

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