Search
Close this search box.

Indecentes con el ébola ajeno

Ébola es una palabra que mata. Siempre que se propaga una pandemia lo hace encima de estercoleros de la pobreza. En la medida de que la opinión pública y los medios de comunicación alzan más o menos la voz sobre asuntos graves, es entonces cuando se activa la ayuda humanitaria que antes de la crisis se llamaban los Objetivos del Milenio. Ya no queda ningún objetivo, pero básicamente diré que se trataba de erradicar el hambre y demás desigualdades en el Tercer Mundo.

Tras la crisis y la supresión de ayudas y recursos a los prójimos, más ahora el ébola, creo que ya hay más de tres mundos. El primero es el desarrollado, la primera división para entendernos. El segundo, los que quieren ascender. Y el tercer mundo: los países donde impera la miseria por muchos motivos que no sólo tienen que ver con el uso que se hace en ellos del poder o los inmensos recursos naturales que poseen. La mayoría de estos territorios estériles están en permanente guerra, y de ahí surge lo de que los niños no empuñen fusiles ni participen en batallas. Son expresiones de las que celebramos días tontos al año, porque la vida hay que vivirla en Liberia o Sierra Leona, donde campa a sus anchas el ébola, mientras otros países prometen el envío de dosis de vacunas no constatadas.

¡Ay, Señor, Señor, qué indecentes somos con el èbola ajeno! Lo que preocupa es que no pase fronteras para que pueda llegar a la primera división. La muerte y destrucción que deje en los países donde se extiende, a miles de kilómetros, ¡ese ya es otro cantar! Cuando he visto en qué condiciones hospitalarias se trata a los infectados de ébola en África, lamentas tanta indecente propagación de falsos mensajes oficiales sobre la solidaridad, la ayuda humanitaria y el cuidado de la infancia. Los ingresos siguen marcando quien vive y quien muere. No sé mucho más del ébola, pero el cuento suena por viejo. Desterrados de la tierra allá os la apañéis cuando un pueblo de al lado se levanta en armas para ir tribu contra tribu. O te veas infectado por un virus de esos que no sale rentable investigar y fabricar después las grandes farmacéuticas. El día en que el lobo muerda en las grandes y famosas capitales, entonces y sólo entonces será una cuestión de interés general. Espero que no sea demasiado tarde para nadie, como sucede ahora con muchos africanos abandonados a su ébola.

 

 

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *