Lo peor de que Rusia vuelva a las andadas de como fue siempre, es que todas las generaciones posteriores a que cayera el Muro de Berlín (el 9 de noviembre de 1989), no tendrían porque conocer hoy en día lo que es el dolor de los bloques militares, la guerra fría, o los misiles nucleares de corto o largo alcance. Como las malas modas, regresa este lenguaje que debería estar enterrado junto a todas las tumbas de la Segunda Guerra Mundial, Corea, Vietnam, Irak y Afganistán. Hay que sumar también todas las guerras civiles habidas en África, pero también en Europa, en la antigua Yugoslavia, para vergüenza de las instituciones que nos representan a los europeos, que ahora siguen inmóviles ante todo lo que está haciendo Rusia para reconquistar a los países de su entorno (Ucrania). ¡Hablarle a un joven europeo de 18 años, que vota por primera vez, de lo que fue la URSS! Alucina en colores, y tilda de imposible que hubiera dos alemanias divididas por un gran muro, sin poder reencontrarse familias enteras. Y de increible calificaría que hubiera países que no podían dirigir su propio destino, ni ser democráticos. Si les decimos que la Polonia o la Rumania que forman parte hoy de la UE, antes estaban en esta situación, habría un seguro debate sobre lo verdadero o falso de esta afirmación histórica.
Entre la crisis, el paro, la falta de expectativas, y el regreso de los grandiosos desfiles militares a la Plaza Roja de Moscú, estamos dando el siglo XXI a todo dios, pero mi feroz crítica va dirigida a los poderosos que oscurecen el presente y el futuro de la juventud actual. La humanidad ha superado muchos malos momentos, pero lleva en sus genes volverla a cagar cada cierto tiempo. Es difícil por tanto augurar nada malo, pero tampoco nada bueno. A diferencia del siglo XX, hoy la pelea no está en asentar el capitalismo y frenar el comunismo. Siempre es una cuestión económica y de recursos energéticos vitales para los países, como petróleo o gas, la que hace mover ficha en el siniestro mapa de guerrear contra unos o contra otros. Rusia es ahora el mal ejemplo, pero los países que tienen más de todo quieren empezar y acabar la partida estratégica siempre a su favor. Por mi les podrían dar calabazas a todos, sino fuera porque me duele de verdad que preocupen a los jóvenes más de lo que ya están. Hablar en alto de armas, movimientos de tropas, y desfiles de gruesos tanques, lejos de tranquilizarme, me inquieta por lo sagrado que es la paz mundial.