¡Mira que llegamos a conclusiones que simplifican los grandes periódicos en rotundos titulares, que a la postre resulta que no son verdad! El Muro de
Berlín. El Muro de Berlín es un claro caso. Cuando cayó, se dijo que con él se derribaban los bloques que siempre habían mandado en el mundo. En los años que han transcurrido desde aquel acontecimiento histórico, pues como que Rusia y Estados Unidos no se han inmutado aún. Todo lo que abarca uno y otro …en economía e influencia política, no se pude tocar, y ¡ay del que ose intentar arrimar el ascua a su sardina como ha hecho la Merkel para meter a Ucrania en la Unión Europea para luego venderla los coches y electrodomésticos alemanes! Es evidente que no me parece bien este reparto planetario, porque todo lo que agrupa a países no es más que una pantomima para recibir ordenes de los que realmente mandan. Por el petróleo, los norteamericanos han empezado y aún no han acabado guerras. Y por el gas, Rusia mueve tanques y satélites de Moscú a Kiev, pasando antes por Crimea, y de paso se la queda.
Las declaraciones en medio de todo esto… Son las declaraciones desde Europa (¡más listos los de Washington, dónde vas a parar!), las que nunca dejarán de sorprender, porque lo mismo te meten miedo en el cuerpo con un apocalipsis por lo de Fujusima, en Japón, que te anuncian una guerra en Ucrania, incluso antes de que se haya producido un solo disparo al aire. Pienso que los europeos no somos alarmistas, con dos guerras mundiales ya a las espaldas, pero, en cambio, estamos desinformados de cómo y por qué se hacen muchas cosas producidas desde las principales capitales políticas europeas, a saber: Londres, París y Berlín. ¡Así nos luce el pelo! Inglaterra va a sus cosas; Francia no se ha olvidado de su colonialismo en África, y Alemania, en todo lo que sea subir para arriba en el continente europeo, no ve otra cosa que un gran mercado de abastos donde reubicar sus grande marcas de supermercados, para que vendan de todo. La próxima vez que alguien me hable de las novedades del siglo XXI, le mando a la mierda, porque no ha cambiado nada.