Elemental querido Watson, que diría Sherlock: los mayores, enfermos graves, discapacitados y a quienes ha de trasladar una ambulancia, entre otros, ¿cómo van a pagar una parte de su sanidad? Son diversas las regiones que se niegan ahora a aplicar estas medidas, o que anuncian que se harán cargo de estos gastos sanitarios que se caen por su propio peso, cuando además se habla de cáncer, enfermedades raras y otros casos que necesitan más de entrar y permanecer en el hospital. Es como si les dijéramos a estos pacientes que lo que les pasa es cuestión suya y se las tienen que apañar como mejor puedan. Conozco pocos enfermos que no empleen de por sí muchos de sus recursos económicos para lograr la anhelada sanacion. Aunque la sanidad pública no puede crear injusticias semejantes, y es mejor esta repentina negación oficial a implantar el copago para todos estos casos. Otra causa es que ha abierto muchos ojos: implantar el nuevo sistema de copago sale más caro que lo que había antes. El impacto de las enfermedades que dan miedo es brutal en la persona y en las familias. No hay que añadir por eso más preocupaciones que provengan de pagarse costosos tratamientos o medicinas.
Nunca mejor tirado el penalti: hay que ponerse en el lugar de alguien que padece cáncer para aplaudir que no se aplique el copago en cada paso que tendrá que dar para superar con éxito la enfermedad. No es cierta la inmovilidad de la que se habla frente a decisiones semejantes, porque tanto las organizaciones médicas y de profesionales sanitarios, como las que agrupan en nuestro país a pacientes y enfermos han venido luchando para que estas medidas no se lleguen a implantar. En ocasiones, como esta, sobran las palabras para volver a repetir que los mayores, enfermos muy graves, discapacitados y a quienes ha de trasladar una ambulancia, entre otros, ¿cómo van a pagar una parte de su sanidad?