Alguna noticia surge siempre para realimentar la esperanza de que el mundo no es la mierda a la que se ha apelado tan insistentemente a lo largo de la historia. Alguien acaba de comprar la casa en la que el exBeatle John Lennon vivió los cinco primeros años de su creativa vida, acortada por el disparo de un maldito loco cuyo nombre no viene a cuento. No fue así, pero aunque sólo le hubiera dado tiempo a componer Imagine, le recordaríamos embelesados por la belleza penetrante de una canción cuya letra me recuerda a que cualquier voz suena más bonita después de entonar un “por favor”. La inspiración me viene de su propia letra: “Imagina que no hay posesiones, me pregunto si puedes. Ninguna necesidad de codicia o hambre, una hermandad del hombre. Imagina a toda la gente compartiendo todo el mundo”. Te sigo Jhon, y no me tengas en cuenta que escriba por mi cuenta y riesgo que estamos rodeados de cabrones, envidiosos y odiadores, que no ponen fácil cantar y seguir asentando tu legado entre tantos millones de jóvenes desorientados. Los mismos a los que les dicen, los periódicos los primeros, que hay que salir ahí fuera y comerse todo lo que se les ponga de por medio.

Y a los que pueda les diré lo que dejaste escrito: “imagina que no hay paraíso, es fácil si lo intentas, ningún infierno debajo de nosotros, arriba de nosotros solamente cielo. Imagina a toda la gente viviendo al día…” ¡Venga!, insisto en añadir, ni abajo desaliento, ni arriba tanto aliento aunque estemos rodeados de putadas y zancadillas, de hijoputas que llevan el mal en la sangre. Y hay que ayudarles, cogerles de la mano, poner la otra mejilla, y pedirles también por favor que sean sensibles a tu propia manera de ser. ¡Joder, Jhon!, mira que eras auténtico componiendo y cantando lo que te surgiera de lo más profundo, como Imagine. “Tu puedes decir que soy un soñador, pero no soy el único, espero que algún día te nos unas, Y el mundo vivirá como uno solo”. Sí, por favor.