Una cosa es negar la cercanía total de Bilbao a Cantabria y por lo tanto su influencia, al igual que no se puede perder de vista que la capital vizcaína ha querido desde siempre tener voz y voto en todo lo concerniente al aeropuerto y puerto de Santander. Las cifras de pasajeros del aeródromo de Parayas son tan importantes, que están poniendo nerviosos a los responsables aeroportuarios de Bilbao. Que desde la ciudad vecina se hable de ayudas a líneas aéreas que tienen su base en Santander, no deja de ser un chiste de mal gusto. El País Vasco siempre ha visto en los incentivos a las empresas una forma de atraerlas. Poco o nada les ha importado que fueran firmas que ofrecieran sus servicios por tierra, mar y aire. El caso era asentarlas en su territorio, y de esta manera han logrado una ligera ventaja sobre otras comunidades en los últimos veinticinco o treinta años. Pero de los errores también se aprende.
Una de las banderas comerciales y turísticas de Cantabria es su aeropuerto. Es algo que ha sabido ver toda la sociedad en su conjunto, y uno de los pocos temas en los que hay unanimidad para que siga avanzando como lo viene haciendo. Las críticas que llegan de fuera, Bilbao Air en concreto, no son más que la confirmación de que las cosas se están haciendo muy bien con respecto a Parayas. Y hay que seguir en esta línea de crecimiento del aeropuerto, de que AENA lo de más importancia estratégica, y de que los pasajeros afiancen la confianza que ya tienen depositada en el aeropuerto de Santander. Las futuras críticas, máxime cuando llegan de fuera, serán la prueba de que Parayas no tiene hoy por hoy límite en lo que puede ofrecer a los viajeros que aterrizan y parten desde un número de ciudades europeas cada vez mayor. El ojo que ponen los demás, es el mismo que debemos tener en preservar este desarrollo al alza.