Una crisis como la que vivimos es tan bastarda porque, por encima de la igualdad y los derechos, impera el “Sálvese quien pueda”. Sólo así se puede explicar el crecimiento desbordado de la xenofobia, el racismo y el sexismo. Por su color negro, comparar a una ministra de Igualdad con un orangután, es el exponente más claro de lo que aseguro. Acaba de ocurrir en Italia, y semejante canallada (que debería conllevar pena inmediata de cárcel) la ha proferido un senador, que no se retracta y que añade además sentirse apoyado por su electorado. Hay que dar el nombre de este neardental. Se llama Roberto Calderoli, es Vicepresidente del Senado italiano, y sus ideas no hay que explicarlas porque quedan claras a todas luces. Lo tengo muy claro: Europa está a todo, menos a lo que tiene que estar. En suelo de la Unión, y con la crisis tan tremenda que atravesamos, no se pueden permitir ideas o representantes que nos retrotraigan a tiempos históricos indeseados. Pero es que durante los últimos treinta años venimos trabajando de manera muy intensa en pro de la igualdad, de los derechos, para hacer un mundo mejor. ¿Dónde queda todo lo construido, si el macho se siente crecido por la crisis?
Digo más: ese mundo mejor se rompe a cachos por el medio ambiente, por las palabras y por los gestos. Lo que ha dicho este senador italiano es, sin duda, para que dejara la política sí o sí. Una cámara de representantes como es un Senado, claro que puede albergar grupos de todas las tendencias e ideologías. Aunque han de existir líneas rojas que no se pueden cruzar. Esas líneas son la igualdad de derechos, la xenofobia, el racismo y el sexismo, todo ello dentro de una democracia representativa. Una vez más, Europa no ha querido responder ante los graves deterioros de nuestras sociedad de convivencia, que brotan en paralelo a la crisis y que, desgraciadamente, crecen para mal como ella. En
este caso están los derechos de las mujeres, la igualdad total con respecto a los hombres, y el respeto debido a una forma de ser y pensar y, por supuesto, al color de tu píel, como el de la ministra italiana de integridad (Cécile Kyenge), a la que se compara por ser negra y por su rostro con un orangután.