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LA CELDA ABIERTA DE MANDELA

Que la vida es la celda en que cada uno decide encerrarse, es mentira en lo que respecta a la libertad. Tiene mérito pasar veintisiete años en la cárcel y llegues a ser presidente de tu país, y más que haya sido a costa de abolir el apartheid que aún en el siglo XX seguía tratando a los negros como esclavos. La celda del preso 46664 (como antes también se numeraba y tatuaba en la piel a los mártires del nazismo) corresponde a Nelson Mandela, que habla ya por ancianidad cara a cara con la muerte, que no pudo llevarle en otras ocasiones donde los barrotes, la brutalidad o los intentos de asesinarle nunca le hicieron cambiar su opinión sobre la igualdad de derechos de los hombres y mujeres que nacen al cobijo de la tierra. La celda abierta de Madiba (así le llaman los suyos) está hoy más presente que nunca por la falta de derechos que suponen las grandes diferencias creadas por una crisis injusta, que protege a sus dañinos creadores, mientras pisotea sin escrúpulos los derechos de ancianos, niños, jóvenes, parados, enfermos, discapacitados, desahuciados y desposeídos ya de todo.

LA CELDA ABIERTA DE MANDELAUna celda como aquella que robó la libertad de Mandela en sus mejores años físicos y mentales vuelve a ser la fuerza que reviente los muros de la intolerancia, por el aumento de las diferencias económicas y sociales que establece estar bajo la soga de la crisis o no. Mandela ha hecho mucho por el mundo y por una época donde sus ideas impulsaron una mayor fraternidad y desarrollo entre los pueblos. El testigo lo tienen que recoger otros, porque la herencia de los grandes hombres y mujeres que nos han precedido es demasiado grande e importante como para no continuar con su obra. Fueron muchos los que tacharon a Mandela de loco y de traidor a su país por querer que blancos y negros vivieran en igualdad de derechos. Se equivocaron, igual que se equivocan hoy poderes y mercados, intereses y finanzas, en dejar de lado el bienestar de las personas en pro de los números presupuestarios que marca el Fondo Monetario Internacional. La vida de Nelson Mandela llega a su fin, mientras su celda y su legado perdurarán por los tiempos manteniendo viva la idea de que, cuando se quiere, es posible el cambio de lo más brusco de nuestra propia historia como fue la esclavitud, el apartheid o el nazismo.

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