Una sociedad igualitaria en los aspectos que todos entendemos, no es lo mismo que una sociedad atrapada en una misma línea recta por la que debemos andar obligatoriamente. De todas las tonterías y medio verdades que se escuchan sobre el futuro, sólo una cosa es incuestionable por el bien del planeta y el propio: la educación.
En España llevamos toda la democracia buscando en el baúl de las teorías qué hacer para formar adecuadamente a nuestros jóvenes, sin que este paso esté exento de ideología de izquierdas o de derechas. Si cada cuatro años llega un nuevo partido al poder, conlleva la aprobación de una nueva ley de educación que tumba la anterior. Así, suma y sigue. En la lista de las doscientas mejores universidades del mundo, y por lo tanto su educación, están las ubicadas en Francia, Inglaterra, Estados Unidos y Alemania. De nuestro país, sólo hay una, y está abajo del todo en puntuación. En común, estos países que cito afianzan su educación, la consensuan entre todos, y la tienen como la fortaleza mayor del país, estrechamente unida a su economía, a su forma de ser y a sus valores. No importa que un país tenga problemas territoriales y separatistas (Inglaterra), que otro sea centralista (Francia) o que un último esté conformado por estados con legislación propia (Estados Unidos). La educación es clave y común en todos ellos, y no es motivo de pelea permanente, cambios en el guión e inestabilidad permanente sobre si el año que viene hay o no hay selectividad.
España superará su crisis económica, pero no su falta de identidad. Debería estar prohibido cambiar algo porque lo digo yo y que haya venido funcionando satisfactoriamente. Desde que cursé algo que se llamaba EGB (Enseñanza General Básica), me he perdido en los tiempos con todos los cambios posteriores que ha habido en materia educativa, pasando por ese “progresa adecuadamente”. Ahora estamos con las becas y una nota media académica de 6,5 de media para darlas. Lo que digo: a algo que ha venido funcionando más o menos bien, no hay que meter la mano de ningún ministro de educación o introducir ocurrencias no acordadas por todos los implicados. Yendo de polémica en polémica, resulta agotador superar esta crisis de paro y angustias. Y una educación en constante cambio lleva inexorablemente a esa desigualdad social que es lo último que se anhela.