El anuncio de la compañía Sniace de eliminar 364 puestos de trabajo ha dejado en shock a toda Torrelavega, comarca que se reivindica como industrial a pesar de reveses incompresibles como este mal augurio que pretende desmantelar lo logrado. Sniace es Torrelavega y Torrelavega es Cantabria, azotadas sin piedad por esta crisis que se está llevando por delante vidas laborales, sea en la industria, el comercio o los autónomos. La región necesita apostar más en sí misma, y parar la sangría de Sniace sería la primera medida de urgencia. Sé perfectamente que ya no vale hablar de emblemas industriales (Sniace, Solvay), si no van acompañados de planes de futuro que tengan el denominador común de creer en nuestras propias posibilidades. Hablar de nuevas tecnologías, de cultura, incluso de turismo, sin empresas detrás, es simple y llanamente imposible. Los directivos de Sniace tienen que saber ver también que la salida de la crisis está cerca. ¿Cómo se explica entonces que ya se hable de freno total a la recesión, y se presenten estos 364 despidos?

Cantabria ha volcado política, dinero y comprensión con Sniace, empezando por los propios torrelaveguenses. Por cierto, una ciudad, la capital del Besaya (no cito el río porque sí), que se vuelve a echar a la calle en favor de la fábrica y con sus trabajadores. Lo que está en juego es demasiado vital como para no tener esta actitud contraria a los planes de la dirección de Sniace. Hay que dar marcha atrás a este devastador anuncio, que presentaría un panorama tan oscuro como este mal verano que estamos padeciendo. Una tras otra, y cada cual peor, no puede ser la frase más utilizada para la industria de Cantabria. Hemos salido de momentos peores, y tenemos que saber hacerlo una vez más, anulando como prioridad este expediente de despido para 364 trabajadores de Sniace.