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EL BLA, BLA, BLA

nnnnn¿No piensas también lo fácil que resulta hablar para prometer algo que luego no se va a llevar a cabo jamás? Creo que lo pensamos la mayoría;  como también que al mentiroso compulsivo, vicioso del bla, bla, bla, le sale gratis decir lo que le venga en gana porque encima le votan. No es un mal proceder que haya pasado de generación en generación, ni tampoco tiene por qué ser el ADN de los que vienen empujando. Esta lengua fácil se ha movido a sus anchas en España en la última parte del sigo XX y en los trece años que llevamos del XXI. Quienes actúan con tanto rostro, llegan a pensar que son los más listos del mundo mundial, y que los espectadores de enfrente de la tele nos hipnotizamos con sus palabras, hasta explicar, como ellos y ellas, lo blanco como negro y lo negro como blanco. Jode, eso sí, que te llamen tan descaradamente tonto a la puta cara, sin pasar nada. Por menos, cuando éramos chavales, nos decían algo semejante en el patio del colegio y corría la sangre por los tortazos que te pegabas.  Hoy es otro cantar: nos dejamos bajar los pantalones sin decir esta boca es mía. Ser prevenido impera. A saber: por no perder el trabajo, encontrarlo de una santa vez, o los impuestos, como le acaba de pasar a Messi, que de paso le hace un gran favor a Bárcenas y Urdangarin, porque, como manda el fútbol, se va a hablar más del delantero del Barça que del ex tesorero y el duque.

 Las barreras de obstáculos se superan en nuestro país contando cuentos. Una regla básica de la comunicación explica que si quieres tapar un caso gordo y feo, saca otro más gordo y más feo, para desviar la atención general. ¡El que no corre, vuela!, en esta fauna urbana donde abundan jetas y tramposos. En realidad, el resto de Europa ahora es parecida; por eso el viejo continente necesita una cataplasma urgente en su forma de hacer con la democracia. Y también se necesitan héroes del ejemplo en todos los campos de la vida. Dicho de otra manera: personas que si dicen que van a hacer una cosa, la hacen y no esperan medallas por hacer bien su trabajo. Ya ven que lo que sucede en nuestro país, todo lo contrario, resumido en un bla, bla, bla que se lleva el viento, a nada que sopla. 

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