Comentario en Punto Radio. “Protagonistas Cantabria”. 13,10 h.
Es más evidente cada vez que Europa se acerca o se aleja de sus ciudadanos en razón de que las medidas políticas que se toman estén estrechamente ligadas con la forma de vivir europea, y lo sepamos percibir así. Por eso cuando se habla por ejemplo de economía, ¡ojo, lo dice la Comisión Europea!, y tiene un gran crédito para nosotros. Pero cuando se habla de crear más instrumentos de burocracia europea, repartidos además en todos y cada uno de los países socios de la Unión, eso ya gusta menos y genera crítica generalizada. Los ciudadanos europeos nos inclinamos por un espacio común, auténticamente eficaz frente a los problemas de la calle. Entiéndase el paro, la delincuencia, la inmigración incontrolada, el terrorismo, la libertad de oportunidades por igual en cada país miembro, y la verdadera ayuda mutua cuando algún socio tiene problemas, como le acaba de pasar a España con el secuestro del atunero “Alakrana” en aguas de Somalia.
La pregunta que muchas veces nos hacemos es: ¿para qué sirve realmente Europa? Pues para mucho más de lo que nos creemos, aunque el problema eterno siga siendo el distanciamiento entre Instituciones Europeas y ciudadanía, que no me voy a poner a explicar ahora porque el asunto tiene mucha tela que cortar. Un nuevo punto de fricción va a ser si los recientemente elegidos nuevos altos representantes de Europa (el Presidente de Europa y su número uno de Asuntos Exteriores), son cargos políticos suficientemente conocidos y con experiencia demostrada como para conducir bien los destinos de Europa. Cuando un joven se presenta a un puesto de trabajo y le preguntan por la experiencia laboral, responde que lo que quiere es esa primera oportunidad para demostrar lo que vale y hacer de paso la experiencia que le requieren de entrada y, lógicamente, no puede aportar. Claro que empezar a trabajar en la vida, no tiene mucho que ver con dirigir Europa, y vértelas con los problemas actuales y con las soluciones que demandamos unos ciudadanos cada vez más hastiados de cómo se abordan o aplazan determinadas decisiones. Hacia dónde va Europa realmente, se va a ver. Si las caras de los líderes son conocidas o no, no tiene que significar nada a priori. Nadie nació aprendido, y esto vale también para el caso. Lo que no hay que olvidar es que los ciudadanos queremos cambios y eficacia. Si de paso, algún día España gana el Festival de Eurovisión, pues mejor que mejor.