SIN CONFORMISMOS
En las conferencias que doy de vez en cuando a estudiantes, les noto con la moral por suelos. Con la crisis, todo lo que oyen y lo que hablan entre ellos, tienen un cacao mental que no lo arregla ni Simon Backer, el actor australiano que protagoniza la serie de televisión que lleva como nombre El Mentalista. Tengo que decir
que noto también que, de manera cercana, no escuchan demasiado mensajes positivos. A los últimos que he visto, les he dicho la verdad: que nunca llovió que no escampara. Antes que ellos, la generación que les dio la vida, no es que lo tuviera precisamente fácil. Si miras para atrás, alguna que otra crisis gorda hemos pasado, aunque no tan grande como esta que es cierto que es una tormenta perfecta. Lo que les ha acongojado más, es la larga duración de la crisis, de una parte, desde el 2007, y la gestión mala para salir antes de ella que se ha llevado a cabo. Lo puedo pensar yo también, pero hablo más de sus congojas que son más reveladoras.
Con 20, 21 años, un joven estudiante tiene que pensar, al menos durante unos años más, en tener la mejor preparación posible. Así, siempre lo tendrá mejor que otros, menos doctos en idiomas, en nuevas tecnologías, en madurar de cabeza, en saber hablar, saber comportarse con una educación que llame la atención. Son algunas de las cuestiones de las que les hablé y hablo a menudo, porque en su caso, haría lo mismo que predico. En un momento dado, una estudiante muy avispada me llegó a preguntar: “¡oiga, pero usted se cree lo que está diciendo!” A lo que yo contesté: “por supuesto, de no ser así, no habría venido, y acabo y me voy contento de la experiencia, así que piensen más en ustedes mismos que en lo que ven por televisión, no todo mentira, pero sí se dicen muchas tonterías”.