El sistema judicial español se puede ya mirar tranquilamente en ese espejo de las series de televisión americanas, donde el delincuente rico, defendido también por un abogado de alto nivel de vida, tiene grandes posibilidades de acabar libre, al contrario que el delincuente común. Nada se puede objetar a tener dinero y contratar los mejores servicios jurídicos, hasta que el asesino que se sabe culpable es declarado inocente, y el que roba una gallina, condenado a un año de prisión. Es entonces cuando empiezas a cuestionarte que algo o muchas cosas funcionan mal dentro del sistema, y se nota por las justas pataletas sociales que generan estas injusticias. En España se llaman decisiones que crean alarma social. Si fuera del todo cierto, no vendríamos asistiendo durante años y años a sentencias, e incluso indultos, que hacen pensar a la gente de la calle que existe una justicia para ricos y otra para pobres.
Esta opinión extendida se justifica cuando el propio Ministerio del Interior acaba de poner el grito en el cielo por un nuevo indulto llevado a cabo por el Ministro del Interior, que en este caso deja libre a un kamikaze que mató a una persona, y cuya familia está absolutamente abatida e indignada. ¿A quién se indulta en España, cómo y por qué?; ¿por qué existe la sensación general de que a la cárcel se entra por una puerta y se sale al poco (incluso asesinos terroristas) por otra?; ¿es cierta la sensación de que delinquir, robar, extorsionar, estafar, ser corrupto, compensa por la escasa pena carcelaria que cumplirás finalmente? Son sólo algunas de las preguntas mosqueantes que no paramos de hacernos, con cada nuevo caso escandaloso que aparece, y que nos ha establecido en la creencia firme de que no es lo mismo ser un chorizo rico que un chorizo pobre, a la hora de pagar aquí las consecuencias de tu delito. ¡Asqueroso, injusto y vergonzante!