El lado peor de esta larga crisis española es que la lástima no tiene impresos que rellenar en bancos y organismos, que bien que antes se “encargaban” de las personas, unos por votos, y los otros por buenas ganancias derivadas de los préstamos a alto interés que daban al primero que pasaba por las puertas de sus sucursales. Los que han ganado tanto dinero, y de qué manera (léase las Preferentes que no quieren ahora desembolsar), desde luego lo que es a mí no me dan pena alguna. La rabia, la incomprensión, denunciarlo hasta el límite de lo jurídicamente prudente, todo eso se lo dirijo con el altavoz de mis palabras a los casi 600 españoles a los que se les arrebata su casa mensualmente, en muchos casos por cantidades ridículas, casos absurdos, y sin importar la edad de los afectados, la enfermedad y la infancia de los que acompañan a sus padres a la puñetera calle, si no tienen la suerte de ser recogidos por otros familiares o amigos. Aceras, esquinas y cajeros donde dormir esperan a una gran mayoría.
La banca expoliada dirigida en algunos casos por zoquetes (Cajas) no ha sido pagada con la misma moneda. El dinero que custodiaban lo han mal gastado ellos; lo han hundido todo sólo ellos; y antes de que la Seguridad Social o Hacienda les desahuciara, vino el papá Estado, sin preguntar a nadie, y les rescató de todo devolviéndoles el sosiego y dejándoles al abrigo todavía de suntuosos despachos, techo y paredes tras las que resguardar sus vergüenzas. Unos y otros, Estado y Banca, se olvidaron de la gente, de las personas con cabeza, pensamientos, dos ojos, corazón, una vida y una historia y sentimientos. Personas que han hecho de todo para evitar acabar en la calle y, al final, nada importan a los que verdad debieran, empezando por los gobiernos. Sí, han preocupado a otros ciudadanos que se han organizado en asociaciones para ponerse en frente de los desalojos a la fuerza y junto a sus compatriotas. Los policías que lo han permitido, estoy seguro, que por dentro están destrozados, porque también a ellos les puede pasar algún día. Ya, hasta los jueces lo empiezan a ver: no se puede hacer la tropelía que se está llevando cada día en España, porque la balanza está más inclinada hacia una banca sin reputación alguna, y sin apoyar nada a los ciudadanos, que antes se autodefinían como trabajadoras pero el sistema, ósea, la crisis, primero les arrebato el trabajo, siguió el paro, se acabó, llegó el impago de las letras de la hipoteca y el banco o caja, viendo el panorama de la persona, le quita ya todo, sin mirar atrás. Porque hay que decirlo así de claro. Esto no es ni sentimentalismo, ni sensacionalismo ni demagogias. La verdad no es otra que el banco sigue en lo que sabe hacer mejor que es lo peor. No quieren tratos justos y aplazamientos de deudas, aunque con ellos los ha habido que soltar -de un día para otro- 100.000 millones de rescate europeo, que pagaremos todos los españoles, aunque traten de engañarnos con cuentos y redadas chinas. No sienten lo que hacen porque no han vivido ni vivirán algo semejante jamás. Yo, les desahucio.