Al creciente paro, en España tenemos que sumar el grave problema que tenemos de autoconfianza, que hace que no abunden precisamente ahora los ciudadanos que hablen con entusiasmo de su trabajo. Hoy lo tienes, mañana, no. A diario, sucede también que no se oiga otra cosa que de prima de riesgo, desplome de la bolsa, recesión, y de un incremento en el desempleo que da coraje escribir en números reales la monstruosa cifra. El otro día leía una entrevista a una parada que decía “sentir vergüenza hacia su país”, que no ha sido capaz de sacarla del desempleo en tres años, y que ahora vive de la caridad de su madre, y con dos hijos a su cargo. En ocasiones, añadía también, no tiene ni para darles leche. Era panadera y en un tris se vio en la calle por la caída en picado del consumo, incluso a la hora de la barra de pan. ¿Son una vergüenza estas situaciones personales límites? Rotundamente, sí. Una reforma laboral no puede acarrear el echar a la calle a más trabajadores. Algo se ha hecho mal, y ese algo es que ha faltado el acuerdo entre todas las partes, acostumbrados como estamos en que los pactos sociales los firmen en el país los gobiernos, los empresarios y los sindicatos. Si falta una pata de la mesa, creo que sucede lo que pasa, malo a todas luces.
El descontento social se crea por la falta de trabajo, de expectativas y de oportunidades para los hijos que están en casa mirando a las musarañas, sin otra cosa que hacer. Es una cadena que está rota por alguna parte que hace falta soldar urgentemente. No se pueden dar casi todas las facilidades al empresariado para crear empleo, y la opción que más se tome sea todo lo contrario: deshacerlo. Esto está ocurriendo y todos lo sabemos. Que el día de mañana va a ser igual que el de hoy, y así sucesivamente, no es aceptable tampoco. Estamos ya en el 24,6 de paro, y estos datos son el pan nuestro de cada día, precisamente el mismo que amasaba y cocía nuestra panadera en paro que ha perdido toda confianza en su país. No saldremos de este gigantesco hoyo, hasta que los ciudadanos no recuperemos la normalidad de un día para otro: te levantas, sales de casa, llegas al trabajo, produces, sales, comes y tienes convivencia familiar y social. Para 5.693.100 compatriotas, esto es absolutamente imposible de vivir, y por eso lees frases muy dolorosas como que tu país te falla y avergüenza gravemente.