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SEVE SIEMPRE SERÁ SEVE

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Santander es lo que tiene, nos conocemos todos y creemos saber todo de todos, aunque esto último no es así. Desde pequeño, recuerdo a un Severiano Ballesteros callejeando por Santander, y los más jóvenes le mirábamos embabados por el respeto que nos merecía ver a la que empezaba a ser una figura mundial del golf. ¡Y era de Cantabria, no nos lo podíamos creer! Tampoco el resto de españoles, porque el deporte por entonces no terminaba de arrancar en nuestro país (¡no digamos el golf!) y también en esto Seve fue pionero y conocido fuera, especialmente en Inglaterra, donde se le conocía como “Sevvy”. Ballesteros siempre engrandeció a España, y demostró un amor al deporte, a su país, a la tierra que le vio nacer –especialmente a su pueblo Pedreña-, y a los suyos. Seve había nacido para ser grande, y para demostrar con honor y caballerosidad ese ser suyo tan peculiar cuando ganaba pero también cuando iba perdiendo.

En los campos de golf Sevvy era simplemente Sevvy. Y lo era todo. Cuando desgraciadamente cayó enfermo, cada aparición suya en público fue un ejemplo de empuje, de dar las gracias por vivir un poco más, agradecido a todo lo que había recibido, con no pocas muestras de cariño que no le faltaron. No siempre le supimos entender, y lo digo por cómo se trata a veces a los campeones en sus respectivos países. Aunque estos últimos años han sido muy especiales, y nos han llenado especialmente conviviendo con esta leyenda del deporte y con todo lo que seguía haciendo por el golf, hasta el final. Claro que deja huella por sus gestas, pero creo que su nombre va mucho más allá. Por años y años,  Seve siempre será Seve, irrepetible.

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