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JUVENTUD DESENCANTADA

Lo de Gadafi también contribuye a que la juventud española se muestre desencantada. Ya no estoy en su edad, pero lo más seguro es que la manipulación que respiran sea una de las principales culpables de su pasotismo. Es muy fácil decir que no quieren trabajar o que, cuando lo hacen, dan aspecto de desgana. Los mayores, en realidad todos, tenemos percepciones que muchas veces resulta que no son así. Para empezar, la juventud actual está viviendo la sociedad que les hemos construido. Resulta en cambio que no hay perspectivas, que están en casa con sus padres y que incluso las conversaciones de entendimeinto familiar ya se acaban porque casi siempre la tertulia va de lo mismo. Como antes hicimos los demás, los jóvenes quieren trabajar, y hacerse una vida con la libertad que tiene un puesto de trabajo fijo y un sueldo, que para ellos no es ni suficiente.
La tele. La televisión muestra también una parte de la juventud española. Enseña la de ni oficio ni beneficio y la del botellón, que es donde más se ceban los informativos. Pero esta tampoco es la realidad de tantos millones de jóvenes como hay por ahí. Hablar mal de los jovenes se impone. Lo das por hecho, como cuando se cala el coche que va delante, por narices tiene que ir conducido por una mujer. El mal de nuestro país es la exageración, pero no la juventud. Lo que quieren son oportunidades. Ver que España se mueve, que hay curro, iniciativas y precios que se amolden a que ellos vivan con unas mínimas ilusiones. Abordamos sus defectos pero no escuchamos lo que dicen ellos de los que mandan, de los que pueden cambiar las cosas y procurar su felicidad.

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