Publicado el 6 de marzo de 2011 en el Diario Montañés
No va este espacio del periódico destinado precisamente a vender cosas de segunda mano, pero me sirve para compartir con ustedes que me ha venido a la cabeza un par de veces la idea de vender el coche. Cuando se anunció lo de imponer el 30 por hora en el centro de las ciudades, me quedé boquiabierto. Y ahora que en las autovías se sustituye el 120 por un 110 de velocidad máxima, directamente me he quedado sin palabras. ¿Alguien piensa de verdad en los conductores y sobre todo en los muchos trabajadores que se ganan la vida al volante de un vehículo? Me da que no, que nadie les ha preguntado. Se hace y punto. Luego, extrañan las críticas y los comentarios de rechazo.
De lo que si me hablan es de una especie de regreso a la España de los años 70, o de que el ahorro de gasolina va a ser insignificante, y ven en cambio que se incrementarán las multas y la recaudación. Bien, cada cuestión seguramente lleve su parte de razón, e incluso también las justificaciones dadas por el Gobierno. Pero., cuando durante años esperamos una solución al problema energético de España, no se puede venir con esto en medio de una gravísima crisis. ¿Hechos?: la gasolina ha subido una burrada; no se venden coches y tampoco se arreglan los que rodamos actualmente; y el sector del automóvil, entre fábricas y talleres, está pasando por uno de los peores momentos de su historia. En este escenario de problemas, ¿es el momento de cambiar en las ciudades las señales a 30 y a 110 en las autovías? Como yo, imagino que sean muchas las personas que ya se preguntan para qué quieren coche si todo son pegas. ¿Lo vendo?