Que reventara la central nuclear japonesa de Fukusima no fue el Apocalipsis que vaticinó aquel comisario europeo de energía apellidado Oettinger, pero casi. Albergo como defecto irrenunciable que me importan los demás, aunque no les conozca. Aquel desastre nuclear tiene a cincuenta mil japoneses desplazados, sin techo fijo, y cientos de personas se suicidan de la forma más horrible, porque no pueden aguantar un segundo más su existencia alterada radicalmente por la radiactividad. Lo han perdido todo, pasado y futuro juntos, y se encuentran desasistidos de una necesaria ayuda psicológica para evitar que se quiten la vida.
Relatar lo que paso en Fukusima, y todas las mentiras que se contaron, no cabe en una enciclopedia. Descubrir tres años más tarde que los damnificados se ven en el espejo del post Hiroshima y el post Nagasaki, es de película de terror. En las primeras horas o días tras una gran tragedia se dice mucho y se promete más. Cuando los medios de comunicación levantan el acelerador, ¡hasta luego, Lucas!
Avergonzarte de un país, que se proclama además moderno y avanzado, es de las peores cosas que pueden darse. Los milagros económicos son una patraña cuando detrás dejas desolación, impotencia e incluso muertes innecesarias. Fukusima es repetible, porque la lección de agachar la cabeza y ser más humildes jamás se aprende. Vivimos en una repetición tras otra de arrepentimientos falsos, por un reactor mortífero que no hay Dios que enfríe, por ajustes que miran siempre a los mismos, y por otras tantas causas que a pesar de ser injustas se llevan a cabo. Tampoco nada se ha aprendido del gran error llamado Fukusima. Pagan justos por pecadores. Nos conformamos, ¡pobrecitos que somos!, con sumar a la historia un nombre más relacionado con la tragedia. Según como se mire, puede que sí fuera cierto que lo de Fukusima fuera un Apocalipsis, pero habría que esperar un tiempo para que cada suicidio por su causa lo pusiera de manifiesta de forma tan radical como suicidarse.
Foto: Niños japoneses observan una gran imagen de la destrucción nuclear de Hiroshima en su 67 aniversario.