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Miguel del Río Martínez

Purificar a los mentirosos

 En este país se ha llegado a mentir tanto y tan normal como chasquear unos dedos. No pensemos ya de entrada que es algo inherente a la política, porque la facilidad con que un niño miente a su profesora particular cuando le pregunta por los deberes del día, no tiene precio. Parece que nacemos con la mentira a cuestas, con lo mal que sienta que le digas a otra persona que la quieres con tal de sacarla un beso. No

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